
En plena lucha por el ascenso a Primera División, el Club Deportivo Mirandés ha llamado la atención en redes sociales por un gesto inesperado y, para muchos, admirable de uno de sus jugadores, conocido como Alberto Dadie. Durante el viaje en autobús a Zaragoza —donde el equipo cayó por 1-0 ante el Real Zaragoza—, las cámaras del club captaron a los futbolistas en su rutina habitual: unos jugaban a juegos de mesa, otros escuchaban música, algunos charlaban. Pero una imagen llamó la atención: uno de ellos leía un libro titulado "Crónica de 30 años en primera línea: ETA, Euskadi y el mundo", del fotoperiodista Fidel Raso.
Mientras sus compañeros bromeaban o desconectaban del fútbol, él pasaba página tras página de un libro que relata con crudeza los años de plomo del terrorismo de ETA. La escena, discreta pero elocuente, contrasta con la imagen habitual del futbolista joven, centrado en lo inmediato, ajeno al pasado y refugiado en el entretenimiento digital.
No se trata de un gesto buscado ni de una pose para la cámara. Todo indica que es una elección natural y personal. Y, sin embargo, impacta. Porque pocos de su generación —la que nació ya con ETA en retirada o disuelta— conocen a fondo lo que significó la banda terrorista que durante medio siglo sembró el miedo, la muerte y el silencio en España. Para muchos, ETA es hoy solo una sigla lejana, diluida entre la desmemoria oficial y la incomodidad política.
Por eso, ver a un futbolista joven interesarse por lo que ETA fue —por sus crímenes, su contexto y sus consecuencias— resulta reconfortante. No es común ver a alguien en el deporte profesional dedicando su tiempo libre a entender uno de los capítulos más oscuros de la historia reciente del país, y menos aún hacerlo sin pretensión, sin reivindicación, simplemente leyendo.
Documentando el horror
El libro de Raso no es un ensayo académico. Es una crónica directa, escrita desde la primera línea por alguien que estuvo allí, cámara en mano, documentando el horror, el miedo y también la resistencia. Asesinatos, extorsiones, amenazas, cartas bomba, entierros, silencios y fracturas: todo lo que durante décadas definió a una organización que hoy algunos tratan de reescribir o maquillar.
Mientras tanto, el Mirandés sigue centrado en su objetivo deportivo: el ascenso a Primera División. Actualmente ocupa la cuarta posición en LaLiga Hypermotion con 58 puntos, dentro de los puestos de playoff, por detrás del Elche (63), Levante (62) y Racing de Santander (59). Equipos como Real Oviedo, Huesca y el propio Zaragoza pugnan también por el ascenso, mientras el Granada, uno de los descendidos de la pasada temporada, intenta no quedarse atrás.
La reciente derrota en La Romareda fue un revés en una competición cada vez más apretada. Pero en medio de esa exigencia competitiva, el gesto de este jugador demuestra que algunos también dan la talla fuera del campo, que leen, reflexionan y se interesan por lo que otros prefieren olvidar.
En una época donde el fútbol profesional parece vivir ajeno al contexto social o histórico que lo rodea, pequeños detalles como este recuperan el valor de la memoria. Porque recordar los crímenes de ETA no solo es honrar a las víctimas, sino que impide que el relato sea reescrito por quienes hoy ocupan el Gobierno encabezado por Pedro Sánchez.



