
Cuando decimos que un futbolista dispara, todo el mundo entiende que golpea el balón en dirección al marco contrario, con el noble propósito de anotar un gol a favor de su equipo. Pero en el caso de Jiri Hanke Hiron (Dolni Bucice, Checoslovaquia, 12 de diciembre de 1924-Lausana, Suiza, 11 de diciembre de 2006), lo de disparar fue literal, pues en cierto episodio de su vida, y fuera del terreno de juego aunque no muy lejos de él, le tocó hacer fuego con un fusil de verdad, y al otro lado estaba nada menos que la Wehrmacht, las tropas alemanas del Tercer Reich.
Comodín y trotamundos, la historia de Hanke es de lo más curioso, y su relativo exotismo reside en que, a día de hoy, sigue siendo el único jugador originario de esa parte del mundo —actualmente denominada República Checa— que ha militado en las filas del Fútbol Club Barcelona.
Partido a vida o muerte: Slavia de Praga vs Wehrmacht
Checoslovaquía tenía menos de seis años de vida como país independiente cuando Hanke vino al mundo en una aldea de la Bohemia Central, no lejos de Praga. Por su primer apellido pueden deducirse sus raíces alemanas. Y es que en el nuevo estado centroeuropeo, fruto del colapso del Imperio Austrohúngaro tras el desenlace de la Primera Guerra Mundial, existía una numerosa colonia de lengua y cultura germanas, mayoritariamente establecida en la región de Los Sudetes, fronteriza con la Alemania donde también se había proclamado en 1919 la República de Weimar. El chico creció fuerte y robusto, llegando a medir 1,78 de altura y a pesar 83 kilos, conformando una fornida constitución, perfecta para la práctica del fútbol en zona defensiva.

Y allí, efectivamente, va a destacar, en el SK Slavia de Praga, el club blanquirrojo de la capital de la flamante nación, con una gran estrella carmesí en el pecho. Pero los primeros años 40 eran tiempos muy difíciles y duros para la mayor parte de Europa, y un día Hanke y sus compañeros tuvieron que cambiar el balón de cuero por las armas de fuego. Finalizaba la contienda, con los soviéticos muy cerca y los maltrechos ejércitos nazis batiéndose a la desesperada. En Berlín ya se había suicidado el Führer, y en Praga estalla una insurrección popular contra los ocupantes, en la que toman parte los futbolistas del Slavia, levantando barricadas junto a su estadio y defendiendo la posición a tiro limpio, aunque finalmente no pudieron impedir que los alemanes incendiasen el recinto.
Aquello ocurrió los días 5 y 6 de mayo de 1945, y dos fechas más tarde el Tercer Reich capitulaba en todos los frentes. En Praga se instaló un gobierno checoslovaco, pero tutelado muy de cerca por el Ejército Rojo, hasta que unos años más tarde los comunistas se hicieron con todo el poder, instaurando un régimen dictatorial similar al de otros países del Este de Europa —Hungría, Polonia, Rumanía, Bulgaria...—, al que bautizaron eufemísticamente como Democracia Popular. Y Hanke, el fornido defensor —y en el más amplio sentido de la palabra— del Slavia, comenzó a tener problemas por su origen germano, al igual que otros millones de seres humanos en la Europa de la inmediata Posguerra, desplazados en nombre de limpiezas étnicas.
Un futbolista trotamundos
De modo que un día, al igual que otros muchos deportistas —por ejemplo Ladislao Kubala, con el que no tardaría en actuar codo con codo— va a escoger la libertad, huyendo de la nueva Checoslovaquia comunista. Pasa a Alemania, a la zona occidental, donde se enrola durante un tiempo en el FC St.Pauli, el club representativo del popular barrio hamburgués, pero pronto se anima a emprender la aventura americana, y durante una temporada jugará en el Unión Magdalena de Colombia, país que en aquellos años remuneraba muy generosamente a los futbolistas extranjeros —básicamente argentinos-— que acudían allí como a un nuevo El Dorado.
Pero tampoco echará raíces en la tierra de las esmeraldas, y para 1952 lo tenemos de regreso en el Viejo Continente, militando en el Racing Club de Lens francés. Dio la casualidad de que el Barça va a disputar la Copa Latina de ese año precisamente en la capital gala, y allí Hanke va a reencontrarse con un viejo conocido y entonces compatriota suyo.

En el Barça de Kubala
Éste no era otro que Fernando Daucik, el técnico azulgrana, de origen eslovaco —casi paisano suyo, pues— y también antiguo jugador del Slavia, así como seleccionador checoslovaco, que le propone unirse a los azulgranas. Era una proposición tentadora —se trataba del Barça de las Cinco Copas, uno de los mejores conjuntos continentales, sino el mejor—, y Hanke no va a pensárselo dos veces. Estará a prueba con el club catalán durante un breve tiempo, jugando algunos partidos amistosos, y su rendimiento va a convencer, hasta el punto de ser contratado. La prensa se hace eco del fichaje de aquel misterioso jugador, al que alguien ha endosado el nombre en clave de ‘Fernández’ (con anterioridad también se habían referido a Kubala como ‘Olegario’) . Y es que la atormentada Europa de la Posguerra era lo más parecido a una película de espías de serie B...
En la décima jornada de la Liga 52-53 debuta en Les Corts contra el Sevilla, con victoria por 3-2 para los locales. Rebautizado como ‘Jorge’, y se alinea como delantero centro ante la ausencia de Kubala, aquejado de un grave proceso tuberculoso. Dos domingos más tarde va a estrenarse como goleador ante el Español, pero también será expulsado. En total disputará 11 partidos de Liga (en la Copa del Generalísimo no podía alinearse por su condición de extranjero, a diferencia de Laszi, ya nacionalizado español), marcando cinco goles, y casi siempre en el centro del ataque, flanqueado por el leonés César y el aragonés Tomás Hernández Burillo, conocido futbolísticamente como Moreno. El Barça conquista, al igual que el año anterior, ambos torneos, y Hanke va a ser renovado.
En la siguiente temporada sus partidos llegarán a 18, pero retrasando su posición en el campo, y saliendo preferentemente como lateral derecho, junto a Seguer, Biosca o Segarra. Y la 54-55 es la mejor de todas sus campañas como azulgrana, a pesar de la sustitución en el banquillo de Daucik por el italiano Sandro Puppo, con 24 encuentros en su haber, aunque dada su nueva ubicación en el terreno ya no marca goles. Sin embargo en el curso 55-56 (el húngaro Platko reemplaza a Puppo), apenas juega, tan sólo en cuatro ocasiones. Ya es un jugador veterano: ni siquiera su polivalencia le sirve para mantenerse como titular, de modo que al año siguiente va a pasar a reforzar al filial barcelonista, que ascendió a Primera División cambiando su nombre de España Industrial por el de Condal. Con él se marchan futbolistas como Goicolea, Castañer, Gonzalvo III, Moll o Navarro, que no contaban ya para el primer equipo, pero se tirará la temporada prácticamente en blanco, pues tan sólo va a ser alineado en un partido.

Desvinculado definitivamente del Barcelona, apurará sus últimos días como futbolista en el FC Biel-Bienne suizo, al que dirigirá posteriormente como entrenador, al igual que al Vevey Sports. A principios de los años 70 apareció nuevamente por España, con la esperanza de ser contratado para el banquillo de algún club de nuestro país, pero no hubo suerte y terminó retornando a Suiza. Falleció en la localidad helvética de Lausana, sede del Comité Olímpico Internacional, el 11 de diciembre de 2006, tan sólo un día antes de lo que habría sido su 82 cumpleaños.
