
El Real Madrid ha dicho basta con el tema arbitral. Tras la expulsión de Huijsen en Anoeta, la cúpula merengue ha decidido tomar cartas en el asunto y enviará un dossier a la FIFA con los arbitrajes que está sufriendo.
La roja al central madridista es la gota que colma el vaso. Los datos hablan por si solos y son muy significativos. Desde el año 2000 el Barcelona acumula en Liga un saldo de +65 expulsiones a favor, mientras que el Real Madrid presenta un balance negativo de -2. Es decir, los culés han visto cómo sus rivales se quedaban con un hombre menos en muchísimas más ocasiones, mientras que los blancos han tenido que remar, en conjunto, con una cifra desfavorable.
Todo cambia cuando se analizan los datos en Europa. En Champions el balance de expulsiones es mucho más equilibrada: +12 expulsiones favorables al Barcelona y +13 al Real Madrid. Este contraste ha reforzado la idea en el Bernabéu de que, cuando los árbitros no son españoles y el escenario es internacional, el trato recibido es más neutral y equitativo. Para el club, la diferencia entre lo que ocurre en la Champions y lo que sucede en LaLiga o la Copa del Rey resulta demasiado evidente como para atribuirlo a la casualidad.
Unos datos que tienen su reflejo en los títulos conseguidos: desde el año 2000, el Real Madrid ha conquistado seis Copas de Europa. Sin embargo, en la competición doméstica su registro es mucho más discreto: solo nueve Ligas en ese mismo periodo.
El Madrid considera que este llamativo contraste se explica, en parte, porque en Europa no sienten el mismo tipo de condicionamiento arbitral que en España.
Si a todo esto añadimos el escándalo Negreira, con los pagos probados del Barcelona al exvicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, el cóctel de sospechas en el trato arbitral es terrible.
La cúpula del conjunto merengue siente que le están estafando y no le dejan competir en España en igualdad de condiciones con su máximo rival. El club ha dicho basta y ya no hay marcha atrás.
