
En el mundo del atletismo, Ana Fidelia Quirot (o Quirós) es considerada una de las mejores mediofondistas –y más consistentes- de las últimas décadas del siglo XX. Doble campeona mundial, y doble medallista olímpica. Sin embargo, su historia personal va mucho más allá. Una verdadera historia de superación. De no rendirse jamás ante lo que muchos otros hubieran cedido. De continuar, a pesar de todo. Hasta alcanzar la gloria.
Camino al oro
Ana Fidelia Quirot nace el 23 de marzo de 1963 en el municipio cubano de Palma Soriano. Con apenas 19 años pasa a formar parte del centro de alto rendimiento de atletismo del país, y no tardará en destacar en las pruebas de 400 metros y, sobre todo, 800 metros.
Precisamente en esa distancia, los 800 metros será nombrada mejor atleta del año 1987, después de conquistar dos títulos en la Copa del Mundo, entre muchas otras victorias.
De ese modo Quirot llega a la cita olímpica de Seúl 88 como una de las grandes candidatas al oro. Sin embargo, en última instancia Cuba decide no acudir por cuestiones políticas. Ana Fidelia se queda sin la oportunidad.
Así lo recuerda la propia atleta en Cuba News: "Sí, me veía campeona olímpica. Quizás en 400 metros no, pero en los 800 sí me veía campeona. A todas las corredoras les había ganado. Incluso a la soviética que se llevó en los 400 yo la había derrotado en un Grand Prix antes de los Juegos".
Una probabilidad que parece refrendar lo conseguido al año siguiente: la victoria en Barcelona, en la Copa del Mundo, con una marca de 1:55.84, la quinta mejor de todos los tiempos en la distancia.
En ese intervalo Ana Fidelia Quirot sumará también cuatro oros en los Juegos Panamericanos; cuatro más en los centroamericanos; 2 en la Copa del Mundo… En el Mundial de atletismo de Tokio de 1991 se hará con una meritoria medalla de plata.
Ahora sí le llega la oportunidad olímpica: en Barcelona 92 Ana Fidelia Quirot se cuela entre las mejores. No alcanza la medalla de oro. Eso le corresponde a la holandesa Ellen van Langen. Pero sí logra el bronce, con un tiempo de 1:56.80. Liliya Nurutdinova, medalla de plata, daría positivo por dopaje sólo unos meses después, en 1993.
Una tragedia mayúscula
Todavía tiene 29 años, y mucha carrera por delante. Tras aquella segunda y tercera plaza en el Mundial y Juegos, anhela un triunfo que le lleve a los altares del atletismo.
Pero todo se truncará un fatídico 22 de enero de 1993. Estando en casa, una botella de alcohol estalla en su estufa. Ana Fidelia Quirot queda atrapada en el fuego. Ella, y el bebé que espera. Estaba en la semana 30 de embarazo de su primera hija.
Unos días más tarde despertará en el hospital. Tiene quemaduras de tercer grado en prácticamente la mitad de su cuerpo. Pero ha sobrevivido, que no es poco. No así la hija que esperaba. "Perdí la criatura que toda mi vida había querido tener".
Tras 21 operaciones, vuelve al atletismo. No es lo que más le ilusiona en esos momentos, pero le distrae. Le recomiendan centrarse en la competición para no perder la cabeza. Y lo hace. "No era tan importante que yo regresara al deporte como que me recuperara física y mentalmente para llevar una vida normal".
No sólo eso: antes de terminar el mismo 1993 ya participa en un campeonato nacional. Termina segunda, y le sabe a gloria.
Así, Ana Fidelia Quirot va recuperando forma y sensaciones. Y llega al campeonato del mundo de Gotemburgo de 1995. No sabía cómo iba a reaccionar. Ni ella, ni todo el mundo del atletismo. Pero lo hace de la mejor manera posible: con un tiempo de 1:56,11, conquista la medalla de oro. Un hito histórico. Sólo dos años después de la fatalidad. Dos años después de casi perder la vida. Dos años después de perder a su hija. La vuelta de honor al estadio la da bañada en lágrimas, bajo una atronadora ovación.
"No se me olvida. Ese día, después de estar al borde de la muerte, volví a ser la número uno del planeta. Aquella final en Suecia fue la carrera de mis sueños, la carrera de mi vida, y la carrera del agradecimiento, por encima de todo", recuerda en Cuba News.
En 1996, en los Juegos Olímpicos de Atlanta, logra una medalla de plata, sólo superada por Svetlana Masterkova (también ganadora del 1500). Y en 1997 vuelve a hacerse con el título de campeona del mundo, en Atenas.
La gloria, después de la tragedia. La reacción ante la mayor adversidad. Le faltó el oro olímpico, sí. Ella misma lo reconoce. "Todo el mundo prefiere la medalla de oro olímpica. Más cuando has estado tanto tiempo en la cima, siendo la mejor corredora del mundo en esa distancia. Digamos que merecía el título, pero el deporte es así..". Lo que no quita que se la considere como una de las atletas más importantes de la historia reciente del 400m y 800m.
Pero su historia, su carrera, su ejemplo, van mucho más allá. A donde pocos alcanzan. La eternidad.
En 1999 Ana Fidelia Quirot tendría su primera hija, Karla Fidelia de la Caridad.
Este artículo forma parte del libro 'HEROÍNAS a través del deporte', del mismo autor. Una colección de 25 historias de mujeres deportistas que iniciaron nuevos caminos, rompieron barreras, y trascendieron en las generaciones venideras, en la línea del artículo que acaban de leer.

