Podríamos decir que Manolo Santana es el primer gran tenista español y, después de él, han venido muchos como por ejemplo, Feliciano López, Fernando Verdasco, Juan Carlos Ferrero, Rafa Nadal o Carlos Alcaraz, entre otros. Pero, Santana no es el primero de los nombres del tenis español que deberían conocerse… hubo uno antes que dio el salto a los grandes torneos y hoy en día casi nadie le recuerda.
Su nombre era Luis de Olivares, y en el año 1920, en Wimbledon, se convirtió en el primer español en disputar un torneo de Grand Slam. No consiguió ganar, pero fue el primero en participar, concretamente, el 21 de junio de 1920. Ese mismo año Wimbledon celebraba apenas su 40ª edición, tan solo la segunda tras la I Guerra Mundial.
El debut de Olivares en Wimbledon fue contra el tenista británico H.S. Milford, un partido largo y equilibrado que se decidió en cinco sets (3‑6, 7‑5, 6‑2, 1‑6, 4‑6). Aunque no ganó, su sola presencia marcó un hito para el tenis nacional. Cierto es que fue una participación fugaz pero que marcó la historia del tenis español. Hay que tener en cuenta que Luis de Olivares era una de las mejores raquetas del país en aquella época y logró entrar en el cuadro gracias a sus méritos deportivos y sus contactos.
Y, ¿después de Wimbleon 1920 qué pasó? La carrera de Luis de Olivares no terminó por haber caído en primera ronda en Wimbledon en su primera y única participación en ese Grand Slam. Sino que 14 años después volvió a un Grand Slam, concretamente en 1934 al Us Open. En esa ocasión volvió a perder en primera ronda frente al estadounidense Arthur Hendrix (1‑6, 6‑4, 2‑6, 4‑6). Después de eso las lesiones, el poco respaldo federativo y la aparición de nuevos jóvenes talentos terminaron relegando a Olivares al tenis competitivo.
Decepción olímpica
En la época en la que Olivares era de los mejores tenistas españoles, la Real Asociación de Lawn-Tennis de España, actual Real Federación Española de Tenis, escogió una delegación de cuatro tenistas para los Juegos Olímpicos de Amberes 1920. Recordemos que ‘La Armada’ no había tenido representación hasta ese año a pesar de que el tenis era deporte olímpico desde Atenas 1896.
Y, ¿cuál fue la sorpresa de la lista? Que Luis de Olivares no formaba parte de los cuatro que iban a ir a los Juegos… El cuarteto español estaría formado por Enrique de Satrústegui, Eduardo Flaquer y los hermanos José María y Manuel Alonso de Areyzaga. Un año después, España debutó en la Copa Davis, competición en la que jamás sería convocado Olivares.
La primera victoria en Wimbledon, en 1921
Como hemos comentado anteriormente, la primera victoria de un español en Wimbledon llegó tan solo un año después de la participación de Luis de Olivares. Por tanto, 1921 y Manuel Alonso de Areyzaga son los protagonistas de esta historia.
En la edición de 1921, el jugador donostiarra firmó una actuación memorable ganando seis partidos y alcanzando la fase decisiva del torneo bajo el formato entonces vigente. Recordemos que en esa época, el campeón del año anterior esperaba en la final, mientras los demás disputaban un cuadro largo. Alonso estuvo muy cerca de retar a Bill Tilden por el título, pero cayó en cinco sets ante el sudafricano Brian Norton (7-5, 6-4, 5-7, 3-6, 3-6).
Pero eso no fue todo para Areyzaga sino que, en 1922 se convirtió también en el primer español en disputar el US Open ganando partidos, donde alcanzó los cuartos de final. El legado de Alonso se amplió más allá de esos torneos, pero sus primeros pasos internacionales llegaron como continuación directa del camino que había comenzado Luis de Olivares.
Problemas para el tenis español
A pesar de tener grandes nombres desde hace décadas, el tenis español tardó en consolidares en el panorama mundial. Recordemos además, que Roland Garros no aceptó extranjeros hasta 1925, año del debut de Lilí Álvarez. Por su parte, el Open de Australia fue inaccesible hasta 1935. Y, en general, los grandes logros en individuales no llegaron hasta los años 60 con Santana, y luego con las gestas de Arantxa, Conchita, Nada, Muguruza y ahora Alcaraz.
Pero la historia del tenis español no debería olvidar el nombre de aquel joven en junio de 1920 en Wimbledon cuando, con su raqueta de madera y espíritu valiente decidió cruzar el Canal de la Mancha para representar a un país sin tradición, sin referentes, sin historia. Luis de Olivares fue el primer eslabón de una cadena que hoy presume de títulos, ídolos y generaciones inolvidables.