L D (EFE) La Cámara Baja alemana ha aprobado los presupuestos generales de 2004 con los votos de la coalición gubernamental y tras un debate que estuvo dominado por el enfrentamiento con la Comisión Europea por el excesivo déficit. La oposición rechazó los presupuestos por inconstitucionales ya que el endeudamiento es superior a las inversiones, lo que la Carta Magna prohíbe salvo que el gobierno proclame una situación de emergencia económica.
La oposición conservadora y liberal votó en contra del presupuesto, que considera anticonstitucional, (ya que el endeudamiento es superior a las inversiones) y anunció que lo rechazará también en el Bundesrat, la Cámara Alta, en la que tiene la mayoría de los votos. Sin embargo, con el rechazo en la cámara regional la oposición tan sólo podrá aplazar la entrada en vigor de los presupuestos y no, como ocurre con otras leyes, bloquearla.
El ministro de Finanzas, Hans Eichel, ha tenido que recurrir a este instrumento para aprobar los Presupuestos de 2003, y lo tendrá que volver a hacer en 2004, ya que el endeudamiento ascenderá a 29.300 millones de euros, frente a los 24.600 millones de euros previstos para las inversiones. De esta forma, el déficit público alcanzará el 3,5 por ciento del PIB el año que viene, medio punto por encima de lo permitido en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento Europeo, lo que constituye el tercer año consecutivo de violación del mismo.
Aunque según las reglas del Pacto esta violación debería, en principio, conducir a sanciones de hasta el 0,5 por ciento del PIB, Alemania y Francia -que ese encuentra en situación similar- lograron eludirlas a comienzos de esta semana al reunir en el Ecofin suficientes votos a su favor. Este asunto, que provocó una dura controversia entre los socios de la Unión Europea, dominó también los debates presupuestarios en Berlín que culminaron en un duelo verbal entre Eichel y el experto presupuestario de la Unión Cristianodemócrata (CDU) Friedrich Merz.
Eichel acusó a la oposición de criticar que el gobierno no haya querido atenerse a las recomendaciones de la Comisión Europea pero a la vez haber obstaculizado en el Bundesrat todo intento del Gobierno de recortar los gastos públicos y seguir así los consejos de Bruselas. Concretamente, Eichel se refirió al bloqueo por parte de la oposición de eliminar una serie de privilegios fiscales, las ayudas estatales a las personas que construyen una casa y la desgravación por los gastos de desplazamiento al puesto de trabajo.
El ministro insistió en que al Gobierno alemán no le quedó "otro remedio" que contradecir a la Comisión Europea y defender sus intereses, pues de lo contrario Alemania no podría salir de su estancamiento económico actual. Eichel dijo además que le parecía "equivocada" la receta de la Comisión y de países como Holanda de aplicar una política económica contractiva en tiempos de estancamiento.
Merz, por su parte, reprochó al gobierno haber "asestado un hachazo a las raíces jurídicas de la Unión Europea" al reclamar de repente que la política fiscal se haga únicamente en Berlín. El político cristianodemócrata dijo esto después de que Eichel recordara que si Berlín hubiera cedido ante Bruselas, no sólo el Estado sino todos los laender hubieran tenido que someter sus presupuestos al control de la Comisión Europea, poniendo así en peligro una soberanía que tienen garantizada constitucionalmente.