Diversos datos apuntan a la existencia de un comando de ETA en Zaragoza

Con estas detenciones son ya tres los presuntos miembros de ETA arrestados en la provincia de Zaragoza desde el final de la tregua de la organización terrorista, en diciembre de 1999. Ese mes, el día 21, poco después de que ETA anunciase el fin de la tregua, la Guardia Civil detuvo en la localidad zaragozana de Calatayud a José María Novoa Arróniz cuando conducía una furgoneta con 900 kilos de cloratita y 50 de dinamita, que transportaba a Madrid supuestamente para cometer un atentado. La detención se produjo en una carretera cuando una patrulla de la Guardia Civil mandó parar al conductor por haber cometido una infracción de tráfico, después de lo cual fueron descubiertos los explosivos, preparados y a falta sólo de una conexión para hacerlos estallar. Un día después fue localizada una segunda furgoneta-bomba de ETA, con 688 kilos de cloratita y 50 de dinamita-goma en veinte tubos, así como 300 gramos de amonita y 400 gramos de cordón detonante, en un lugar próximo al que fue localizado el primer vehículo.

Tras los descubrimientos de diciembre, Zaragoza ha estado en máxima alerta ante el temor de que ETA dispusiera de infraestructura en esa ciudad, cuestión que se ha comprobado con la detención de Lorente y Plá. La última vez que la Policía detectó a miembros de ETA en la capital zaragozana fue ese mismo de julio. Al parecer se trataba de tres miembros “legales” de la banda terrorista que podían formar parte del “comando Zaragoza” junto a los detenidos Aitor Lorente y David Plá. Los “legales” fueron identificados en su día como Jesús Ignacio Blas Cea, Mikel Leiza Irizar y una mujer conocida como “Mayder” y que al parecer logró huir en la operación en la que se detuvo a Lorente y Plá.

El Heraldo de Aragón aseguraba entonces que, Blas Cea, Leiza Irizar y una mujer sin identificar (probablemente Mayder) habían sido vistos en distintos puntos de la capital aragonesa y del área metropolitana y que incluso fueron grabados por las cámaras de seguridad de tres grandes centros comerciales de Zaragoza, aunque en ninguna de las ocasiones iban los tres juntos. “Parece confirmarse —añadía el periódico— que ETA mantiene una infraestructura en Zaragoza que no ha sido desmantelada y que podría constar de uno o dos pisos francos y un local donde esconderían una furgoneta o coches robados, armamento, explosivos y otro material”.

Las hipótesis policiales apuntaban a que Zaragoza es un “centro de operaciones utilizado por activistas para esconderse, recoger material o como puente entre Francia y las zonas donde plantean atentados”.