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Ni en la forma, ni el fondo

La huelga general convocada por los sindicatos para el 20 de junio, víspera de la Cumbre Europea de Sevilla es la noticia más destacada en la mayoría de portadas de prensa de este viernes, 17 de mayo. También tienen un merecido protagonismo el aumento del paro registrado por la nueva EPA durante el primer trimestre del año, el inicio de la Cumbre UE-Iberoamerica en España o la celebración de la victoria del Real Madrid en la Copa de Europa.

El Mundo y La Razón son los únicos diarios que dedican un editorial al paro general convocado por los sindicatos. Ambos consideran injustificada la actitud sindical y reprochan a los convocantes el daño a la imagen de nuestro país que va a provocar el paro en plena víspera de la última cumbre europea que presidirá Aznar en la capital andaluza. El Mundo considera que la posición de UGT y CC OO “es absolutamente intransigente, ya que Trabajo había dejado patente su disposición a negociar la reforma. Pero Méndez y Fidalgo no quieren discutir con el Gobierno. Quieren castigarle con una huelga general, que ni tiene motivos ni se convoca con un ambiente social favorable a una iniciativa de tan graves consecuencias.”

Para La Razón, la huelga se evidencia como política, donde “las ganas sindicales de atacar al Gobierno prevalecen, en la elección de la fecha del paro, incluso a los intereses de la Nación”. Este diario asegura que los sindicatos tienen el derecho de echar al Ejecutivo un pulso con todas sus fuerzas, pero advierte que “ello no garantiza por si mismo ni el éxito del paro, ni la derrota del Gobierno, ni la solución de los problemas que han roto el diálogo laboral”.

Aunque ambos son editoriales aceptables, se echa en falta que, además de en las formas, se critique a los sindicatos en el fondo de sus posiciones. No basta quedarse en reprocharles su negativa a negociar o las fechas elegidas para manifestar su protesta. El Gobierno, respaldado por una mayoría absoluta no es que pueda, sino que es el único que tiene legitimidad democrática para diseñar la reforma en el mercado de trabajo. Por otra parte, no es que sólo le asiste el derecho es que además tiene razón en la reforma. El subsidio de desempleo debe ser un auxilio para las personas que no encuentren trabajo, no un sostén que permite rechazarlo. Por ello, el Gobierno no debe quedarse meramente en el discurso de que los sindicatos no quieren negociar. Ha de defender también el contenido y la conveniencia de su reforma, y tratar por todos los medios de que esta huelga, como un boomerang, en lugar de dañarle injustificadamente deje en evidencia que los sindicatos, además de no tener razón, no tienen representatividad.

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