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La Ertzaintza y el otro tipo de nueces

Las portadas de prensa de este lunes vuelven a dar prioridad al terrorismo y a las vicisitudes del proceso de ilegalización de Batasuna. “ETA intenta matar ertzainas y Batasuna les amenaza de nuevo”, dice el principal titular de El Mundo que hace referencia al intento frustrado de ETA de hacer estallar una furgoneta al paso de una patrulla de la policía autonómica vasca. El de ABC dice que “Batasuna presiona al PNV para formar un frente común al fracasar sus movilizaciones callejeras”. La Razón, por su parte, destaca el último exabrupto de Xavier Arzalluz: “En el PNV estamos en medio, como Cristo, entre dos ladrones”. El País asegura que “El Gobierno sólo aceptará reformar el Estatuto vasco si lo pactan los partidos” y hace referencia a la cautela con la que el Ejecutivo del PP y el PSOE han acogido la noticia de que el Lehendakari Ibarretxe está estudiando proponer al Parlamento Vasco la reforma del Estatuto de Guernika.

La única portada que no hace referencia al País Vasco es la de La Vanguardia, cuyo principal titular hace referencia al estancamiento del comercio por la caída de las ventas y donde se nos informa de que el crecimiento del gasto familiar ha registrado la tasa más baja desde 1996.

Finalmente todos los diarios hacen referencia en su portada a la llegada ayer a España de Ronaldo, el cual ha renunciado a cuatro millones de euros para jugar en el Real Madrid.

El Mundo asegura en su editorial que ETA está siendo el “brazo justiciero” de Batasuna contra la Ertzaintza y destaca los gritos amenazantes contra el PNV y la policía autonómica vasca que profirieron simpatizantes proetarras en una manifestación en San Sebastián. Para este diario el atentado fallido es, “evidentemente, un intento de venganza contra la Ertzaintza por haber demostrado estar dispuesta a cumplir la ley frente a Batasuna. ETA es sólo el brazo ejecutor de las amenazas que ya se habían anunciado, durante el desalojo de las sedes abertzales, con gritos como el de pagaréis por lo que estáis haciendo. Según este diario, “ETA, y por tanto Batasuna y su entorno, encaran la nueva situación con dos guerras a la vez. Por un lado el enemigo exterior es el Estado fascista y los jueces con leyes españolas. La otra guerra es civil y se plantea contra el Gobierno Vasco y el PNV, que mantienen mensajes demasiado ambiguos”.

En esta línea, el editorialista de La Razón asegura que “el PNV se enfrenta a una realidad que ha eludido durante años y está obligado a tomar partido y a decidir, en última instancia, si están junto a los demócratas, en la vieja y olvidada tradición nacionalista, o si permanece junto a ETA y los partidarios del tiro en la nuca y el coche-bomba. No hay términos medios y no es posible, como pretende Arzalluz, situarse en una cómoda equidistancia, recogiendo los frutos del árbol agitado por ETA y avanzando en la senda de la deslealtad con la Constitución.”

Vamos por partes. La vieja —y no olvidada, sino perpetuada—tradición de los nacionalistas no ha sido la de estar fielmente con los demócratas. Lo que pasa es que los “cuernos” del PNV al resto de partidos democráticos han sido siempre consentidos. Los nacionalistas serán quienes han recogido las nueces, los terroristas , los que habrán sacudido el árbol, pero han sido los Gobiernos centrales y los partidos constitucionalistas los que durante décadas han dejado caer nueces del gusto nacionalista. El PNV siempre ha sido, como históricamente es constatable, desleal a la Constitución; los principios fundacionales de ese partido, como Arzalluz reiteradamente señala, han sido, son y serán independentistas. Lo que ocurre es que durante décadas los partidos constitucionalistas han intentado contentar al PNV, y los nacionalistas, recogiendo los logros parciales, han proseguido en pro de su meta secesionista.

¿Qué ocurre ahora? Que, por primera vez, la respuesta de los constitucionalistas no ha sido la cesión —entre otras cosas, porque poco queda ya que ceder— sino la firmeza y una ofensiva legal contra el nacionalismo violento. Y ese es un nuevo tipo de nuez que el PNV no quiere recoger. Sin embargo su posición en el Poder y en el Gobierno autonómico, que antes le permitía vanagloriarse de su papel de recolector, le obliga ahora a hacer cumplir con esa nueva legalidad. El PNV no es que esté dispuesto a hacerla cumplir —como muchas almas cándidas sostienen—, es que no tiene más remedio que hacerlo o, al menos, aparentarlo. Por eso la respuesta de Arzalluz a Batasuna en la que dice que el PNV es como Cristo crucificado entre los dos ladrones.

Si abierta y decididamente el PNV se revelara contra la legalidad, Euskadi no lograría su independencia. Lo que conllevaría es que el Gobierno autonómico quedaría en suspenso. Por eso no hay que darle valor de compromiso y lealtad constitucional alguno a los nacionalistas por hacer cumplir el auto de Garzón. Lo que hay en ello, no es más que otra constante del PNV, como es su apego al poder. Evidentemente el maximalismo de Batasuna y ETA les lleva, por su parte, a reprochar al PNV “que se pongan en medio”. Ciertamente los terroristas podrán incluso escenificarlo matando a algún ertzaintza como, de hecho, acaban de intentar. Pero ETA no puede ir más allá sin correr el riesgo de que la dirección política del PNV les deje sin oxígeno. Mucho más, cuando ETA ha constatado que su ilegalización política está siendo asumida por los ciudadanos vascos con bastante normalidad.

Como muchos militantes de la banda han confesado, ETA no puede anticipar el exterminio de sus "enemigos de clase" hasta que estos les hayan servido para acabar con los "enemigos nacionales". Como denunciara el militante de HB Joxe Agustín Arrieta a la dirección de la coalición en una carta interceptada en 1997 que fue filtrada a la prensa: “Nos pasamos años y años insistiendo en que debemos evitar el enfrentamiento civil entre vascos, por pura y elemental pedagogía política, a fin de que quede bien claro que la contradicción fundamental estriba en la negación de nuestra soberanía por parte del Estado, y ahora va ETA y se carga a un ertzaina, que, por muy lo que sea que sea, no es más que un ente estatutario. En pura lógica, si estamos en guerra también con el PNV deberíamos atentar también contra sus jefes, ¿no?. ¿Qué diablos pretendemos extendiendo el conflicto a ese nivel interno, civil? En un proceso de liberación nacional debe preverse también una fase de enfrentamiento civil, pero estamos rematadamente locos si pensamos que podemos permitirnos el lujo, con la actual correlación de fuerzas, de empezar ya, como si fuéramos partisanos en vísperas de la liberación, dedicándonos a la purga de colaboracionistas".

El nacionalismo creó la bestia. No hay descontar, sin embargo, que vuelva a matar a alguno de los “suyos”.

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