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Un conveniente desmarque del eje francoalemán

La carta firmada en apoyo de EE UU de ochos dirigentes europeos es destacada en todas las portadas, aunque sólo es objeto de atención editorial en ABC, El País y La Vanguardia.

Para el diario de Prisa, “no es muy propio de un proyecto como la UE que sus dirigentes se comuniquen por medio de artículos en la prensa. Francia, Alemania y la presidencia semestral griega no han sido consultadas por quienes tuvieron la iniciativa. Aznar y los otros dirigentes de la UE —prosigue El País— han incumplido la obligación de concertar la política exterior, tal como contempla el artículo 19 del tratado de Amsterdam”.

La desfachatez de El País es fácilmente desenmascarada por el editorial de ABC que oportunamente recuerda que la que “sí fue realmente injustificable fue la toma unilateral de posiciones de París y Berlín sin consultar con los otros trece socios. Gran Bretaña, España e Italia (tres de los cinco grandes de la UE) tienen una visión que al menos comparten Dinamarca y Portugal, mientras que Francia y Alemania presentan otra que aún no ha reunido adeptos. El resto de los miembros no se ha pronunciado oficialmente. ¿Es esto suficiente para confirmar la clamorosa ausencia de una política común? Ni Aznar ni Blair —concluye con acierto ABC— han roto nada, porque no había nada que romper”.

El País, por el contrario, aunque reconoce que los firmantes de la carta “pueden invocar en defensa propia que tampoco País y Berlín advirtieron de su iniciativa”, considera que esto no es excusa. No dice porqué no. Ni tampoco da explicaciones de por qué en su momento no acusó al eje franco-alemán de lo que ahora acusa a los firmantes de la carta de marras. Como sí solo el presidente del gobierno español el que la hubiera firmado, acusa a Aznar de “entregarse a la política belicista de Bush y Rumsfeld que pone en peligro la arquitectura europea”.

La Vanguardia, por su parte, ni siquiera menta que fueron Francia y Alemania los primeros en no consultar a sus socios europeos antes de tomar posiciones y, por el contrario, considera que “Washington ha conseguido sólo el apoyo de sólo una parte de la “vieja Europa” —en poco afortunada expresión del secretario de Estado de Defensa, Donald Rumsfeld—, pero le siguen faltando el eje franco-alemán que continúa siendo básico en el esquema europeo”.

La Vanguardia empieza así por ignorar que el secretario de Defensa norteamericano, con lo de la “vieja Europa”, se refería exclusivamente al eje franco alemán, como El País reconoce que hizo Rumsfeld para distinguirla de la “nueva Europa”. Y nada desafortunada es la expresión “Vieja Europa” para referirse al eje franco alemán. En todo caso Rumsfeld, se quedó corto. Más que vieja, es una obsoleta, hipócrita y apoltronada rémora para Europa. Y no sólo respecto a su política exterior, sino también a la hora de emprender las reformas y cumplir los compromisos que demanda la Unión Europea.

La servil razón de la desfachatez

Los editoriales de prensa sobre la cuestión iraquí se dividen entre los que se centran en la carta firmada por ocho líderes europeos en apoyo de EE UU —ABC, El País y La Vanguardia— y los que hacen un reflexión sobre el escaso apoyo popular que cosecha —sobre todo en nuestro país— una posible intervención armada contra el régimen de Bagdad.

Empecemos por comentar el evidente rechazo que genera en la opinión publica la intervención militar en Irak. ¿Alguien puede sorprenderse de este rechazo social cuando la inmensa mayoría de los medios de comunicación se ha dedicado desde el primer momento —y siguen dedicándose con mayor o menor intensidad— a oponerse incondicionalmente a este recurso a la fuerza?

No negamos que a veces sea posible una “disonancia” entre lo que piensa la opinión publica y lo que sostiene la mayor parte de la opinión publicada. Píensese, por ejemplo, en la decisión de ilegalizar Batasuna o en el aumento de las penas contra la delincuencia y el terrorismo. Había una enorme demanda social en pro de estas medidas que era sistemáticamente desatendida por la práctica totalidad de los medios de comunicación, hasta que el Gobierno se decidió a llevarlas a cabo. Incluso entonces, hubo diarios que reprocharon al Gobierno su “electoralismo” por atender ese clamor social.

Sin embargo, ante estas cuestiones del terrorismo de ETA y la delincuencia, los ciudadanos españoles tenían y tienen un conocimiento y una relación directa —a veces incluso personal— que les permitían mantener una opinión al margen de lo que pudieran los medios predicarles.

En el terreno de la política internacional, por el contrario, es mucho más difícil que los ciudadanos puedan percibir con la misma fuerza el peligro que supone para la paz y la libertad regímenes tan despóticos como el de Sadam Husein y las relaciones que las bandas y los Estados terroristas tienen entre sí. La hecatombe del Once de Septiembre sirvió para que la mayoría despertara de su letargo, pero era un despertar frágil, muy vulnerable a la posición que mantuvieran los medios de comunicación.

Estados Unidos y la ONU toleraron la impunidad y la continuidad de Sadam, a pesar de la invasión de Kuwait, con la condición de que su régimen cumpliera con las resoluciones que le obligaban a destruir todo su armamento de destrucción masiva. Sadam lleva más de diez años tomando el pelo a la comunidad internacional, negándose a entregar ese armamento prohibido o a aportar pruebas de su destrucción. Sin embargo, toda la prensa —con excepción de Libertaddigital y la mera aquiescencia de ABC— se ha dedicado sistemáticamente a plantear toda clases de objeciones a que la comunidad internacional sea coherente con sus advertencias ante la evidente violación de las resoluciones de Naciones Unidas por parte de Bagdad.

Ahora nos sale La Razón —que ha sido hasta hace nada uno de los más furibundos opositores a que Estados Unidos recurra a la fuerza— poniendo “en baja” al responsable de comunicación de Moncloa por no haber echo comprender a la opinión pública la necesidad de recurrir a la fuerza para acabar con las reiteradas tomaduras de pelo de Sadam. Su editorial de hoy considera que “hacer frente a la realidad, por dura que pueda ser, es la opción más realista a una posición cómoda y demagógica que se llena la boca con la palabra paz y niega la existencia de cualquier peligro en una práctica que historicamente acostumbra a terminar con guerras aún más cruentas que las que se quisieron evitar”. “El Gobierno —sigue más adelante este periódico— no puede permitirse proyectar una imagen belicista que no se ajusta a la realidad, y debe actuar sin dilación para transmitir por todos los medios a la opinión pública las razones por las que España está del lado de Estados Unidos en la guerra mundial contra el terrorismo”. Y eso lo dice ahora, con total desfachatez, un diario que se ha dedicado sistemáticamente a despotricar contra la necesidad de acabar por la fuerza con Sadam y que ¡incluso hoy| plantea en su portada el alineamiento de nuestro gobierno con el de Estados Unidos como una mera sumisión a los dictados del “César Imperial Bush II”...

Entiéndase bien. Siempre es legítimo un cambio de postura, sobre todo si, como en este caso, cae del lado correcto. Pero para que eso sea así se debe argumentar y reconocer ese cambio de opinión. La Razón quiere ganarse el favor del Gobierno y ahora sale en defensa de sus tesis sin más explicación y tratando de hacernos olvidar que sus editoriales hasta hace poco despotricaban contra ella con la misma ceguera voluntaria en la que, fiel a sí mismo, se mantiene El Mundo...

Ayer denunciábamos que Ansón pretendía culpar en exclusiva a El País de la enorme animadversión de la opinión pública española contra Israel y contra Sharon, cuando su propio diario había arremetido con saña el día anterior —por no irnos más lejos—, contra la política israelí ante el terrorismo palestino y calificaba a Sharon como el “carnicero del Líbano”. La desfachatez del editorial de hoy sobre Irak de su periódico, como ven, no es menor. Es puro surrealismo.

Resumen de prensa

Todos los diarios hacen referencia en sus principales titulares a la carta firmada por nueve líderes europeos en apoyo a Estados Unidos frente a Irak. ABC considera que “la guerra de Irak rompe Europa”>; La Razón destacan que “Aznar y Blair abrazan el Eje del bien de Bush II”; El País señala que “la carta de nueve líderes en apoyo de Bush divide aun más Europa”, Finalmente La Vanguardia dice que “EE UU logra dividir a Europa”.

El Mundo da en este asunto prioridad al sondeo Gallup internacional efectuado en 39 estados del mundo del que este diario destaca que “España es el país de la UE con mayor rechazo popular a la guerra”.

La otras noticias presente en todas las portadas son la decisión de España y Marruecos de dar por zanjada la crisis diplomática con el regreso de los embajadores y con menor relieve, la detención del presunto asesino de parking del Putxet.

El País y ABC llevan también a portada el desmayo que ayer sufrió Fraga mientras pronunciaba un discurso en Fitur. El País destaca también que los españoles sitúan al Prestige como el tercer problema del país, según el CIS”.

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