Cuando Esperanza Aguirre fue nombrada candidata del PP al Ayuntamiento de Madrid, ella misma anunció que su nombramiento se había producido en virtud de un acuerdo alcanzado con la Dirección Nacional del partido según el cual ella se comprometía a dejar la presidencia del PP madrileño en caso de ser elegida alcaldesa. Fueron muchas las voces que criticaron lo que parecía una rendición de Aguirre frente a Rajoy ante el que, aseguraban, que se había plegado con tal de ser designada candidata. Pero lo cierto es que los pasos que ha dado desde entonces desmienten que ese rendimiento se haya producido.
Aguirre no ha modificado ni un ápice su discurso; insiste en que el Partido Popular tiene que dar la batalla ideológica apelando a sus principios y valores de siempre y no fiarlo todo a sus logros económicos, contradiciendo una y mil veces la táctica empleada por la cúpula de la Calle Génova. Pero la prueba con la que parece decir que no piensa plegarse a nada ni a nadie la hemos tenido hoy. Son las listas al Ayuntamiento y a la Comunidad de Madrid, en cuya confección, la propia candidata a presidir el gobierno regional, Cristina Cifuentes, ya ha dicho que ha tenido muy poco que ver y se ha quejado de que su "perfecta compañera de tándem" ha sido la que ha impuesto su criterio.
Es cierto que la potestad de elegir a los integrantes de las citadas listas es del PP de Madrid que preside Aguirre, pero no es menos cierto que existe un pacto no escrito mediante el cual se permite a los candidatos elegir a un tercio del que será su equipo, y ese pacto parece claro que Esperanza Aguirre se lo ha saltado a la torera.
Aguirre dejará la presidencia del PP de Madrid si es elegida alcaldesa, como acordó con Rajoy, pero mientras tanto se está asegurando de dejar todo atado y bien atado de modo que en caso de hacerse con el bastón de mando de la capital tenga las manos libres para toda la legislatura.

