La presentación de una moción de censura en Murcia contra el presidente Pedro Antonio Sánchez por parte del PSOE podría estar acelerando la solución a la crisis política que vive la región. Aunque no por la vía del acuerdo entre la izquierda murciana y la formación naranja, sino por la de una solución pactada entre los de Albert Rivera y los populares, pese a la resistencia numantina de los segundos en defensa de su barón, imputado por el caso Auditorio.
De la confianza del propio Rivera en un arreglo por esa vía dan buena prueba sus palabras este martes, a puerta cerrada, en la reunión de su grupo parlamentario. El líder naranja pidió "calma" a sus diputados y empleó una metáfora fúnebre para referirse a la situación: "Va a ser un duelo lento".
Fuentes de la cúpula riverista ven un cambio sustancial de postura en los populares, tal y como aseguran en privado: "Este tema les está salpicando más de lo que pensaban, sobre todo a nivel nacional".
La "partida de póker"
Además, creen que en Génova ya han perdido la esperanza de que el horizonte judicial de Pedro Antonio Sánchez se despeje. Deducciones, todas ellas, que extraen de sus contactos con la dirección del PP, que desde hace semanas se producen, singularmente, entre Fernando Martínez Maillo y José Manuel Villegas.
El presidente de la Comunidad de Murcia no las tiene todas consigo y las expresiones de apoyo a su figura por parte de la dirección del PP se interpretan en la franquicia popular murciana como gestos meramente testimoniales de cara a la galería. Fuentes cercanas al presidente murciano afirman que Sánchez "está fuerte", aunque reconocen que la situación es "demencial" y no descartan una resolución de todo este embrollo político contraria a los intereses del presidente de la comunidad autónoma.
La dimisión, voluntaria o forzada, de Pedro Antonio Sánchez dejaría en una posición delicada a su partido. No olvidemos que Sánchez fue proclamado hace quince días presidente del PP de la región de Murcia prácticamente por unanimidad y con el aplauso unánime del partido a nivel nacional.
Pese a todo, la "partida de póker" como la definió el portavoz parlamentario naranja, Juan Carlos Girauta, continúa. Y seguramente la última mano no se jugará hasta la celebración del debate sobre la moción de censura en la Asamblea murciana, la semana que viene.
No hay duda de qué defenderán entonces ni los socialistas, proponentes de la misma, ni Podemos, que les respaldará, ni el PP, que obviamente estará en contra. La gran duda, por tanto, es qué hará el grupo de los cuatro diputados que encabeza Miguel Sánchez. Si el portavoz naranja en Murcia, llegado el momento, anunciase un voto favorable a la moción (lo que supondría haber convencido al PSOE de convocar inmediatamente elecciones) entonces, justo antes de la votación (el debate se celebrará en dos días) los populares podrían dar definitivamente su brazo a torcer.
El temor a un acuerdo de estas características es más que evidente en las filas del PP murciano, cuyos dirigentes han visto con honda preocupación la extraordinaria rapidez con que Ciudadanos y PSOE han llegado a un acuerdo para fijar la fecha del debate de la moción de censura en la Mesa del Parlamento, donde el PP no tiene mayoría. Los populares, con Pedro Antonio Sánchez a la cabeza, confiaban en que, en todo caso, el debate parlamentario se produjera después de las vacaciones de Semana Santa, lo que daría margen para una eventual resolución judicial favorable a los intereses del presidente murciano. Sin embargo, Ciudadanos se ha sumado a PSOE y Podemos para ganar ese debate en el órgano de control parlamentario y, finalmente, el pleno de la Asamblea Regional debatirá la moción de Censura los días 5 y 6 de abril.
Lo que opina la gestora del PSOE
En Ciudadanos cuentan con otra baza, que en este caso afecta al PSOE. La gestora que dirige temporalmente Javier Fernández les ha transmitido, según fuentes naranjas, su desacuerdo con la moción presentada por el líder socialista murciano, Rafael González Tovar, quien no en vano es uno de los dirigentes que se han significado, en el último año, por su apoyo a Pedro Sánchez dentro de la crisis a nivel nacional de la formación.
Será, confía Rivera, un proceso fúnebre largo y seguramente costoso, pero como todo proceso de estas características, finalmente inevitable e irreversible.