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Juicio del 1-O: las catastróficas defensas de Junqueras y Jordi Sànchez

A Marchena se le agota la paciencia con los letrados Van den Eynde y Pina, que se dedican a acosar y menospreciar a los testigos de la Guardia Civil.

Los abogados Jordi Pina y Andreu Van den Eynde se están cubriendo de gloria en el Tribunal Supremo. Su proceder exaltado, farolero, histriónico y tramposo puede resultar perjudicial para sus patrocinados. Pina, que es hasta el momento el letrado más amonestado por el juez Manuel Marchena, defiende a Jordi Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull, mientras que Van den Eynde se ocupa de Oriol Junqueras y Raül Romeva.

Para los medios afectos al separatismo, Pina y Van den Eynde son dos auténticos cracks y sus salidas de tono y meteduras de pata son celebradas como si fueran la demostración de que están ganando el juicio de calle. No paran de dar entrevistas y salir en TV3 los fines de semana. En la sala, la actitud y el tono paternal de Marchena les puede haber llevado a confusión, toda vez que las primeras regañinas a estos dos abogados nada tenían que ver con la sequedad con la que interrumpe, reconviene o alecciona a la abogada del Estado Rosa María Seoane.

Este jueves, Marchena decidió cambiar de registro. Se han acabado las contemplaciones y la manga ancha. Tanto Van den Eynde como Pina no interrogan a los testigos de la Guardia Civil, sino que los maltratan y tratan de acorralarlos. Ya hace unos días que el presidente de la sala le recomendó a Pina que actuara menos para las cámaras y más en favor de sus defendidos, pero el letrado no debió captar la "sutileza".

Vanidad y prepotencia

Marchena tiene por costumbre ponderar las virtudes profesionales de los abogados a los que tiene que llamar la atención. No es descartable que Pina se crea que el juez va en serio cuando le dice que tal o cual otra cosa son impropias de un letrado de su categoría y saber hacer. La vanidad de Van den Eynde no es menor que la de su colega.

El desempeño de estos dos letrados, el estilo chusco con el que preguntan a los agentes de la Guardia Civil, la prepotencia con la que les tratan, triquiñuelas como las de leer sólo un párrafo de un parte médico y las constantes protestas porque Marchena ha aplazado el visionado de los vídeos a la fase de las pruebas documentales empiezan a sembrar dudas en los entornos de los acusados.

El contraste con la actitud de Javier Melero, defensor de Forn, o Marina Roig, letrada de Jordi Cuixart, es tan acusado que pone en evidencia a Pina y Van den Eynde. La señal del Supremo ha recogido ya varias veces el gesto de Melero de llevarse las manos a la cabeza cuando intervienen sus compañeros.

Contraste con Melero y Roig

Tanto Melero como Roig, o incluso el exdiputado de la CUP, Benet Salellas (del equipo de Cuixart), han conseguido respuestas de los testigos que se pueden acomodar al relato que conviene a sus defendidos. En el caso de Pina y Van den Eynde, lo que están consiguiendo es exponer de manera meridiana el desprecio nacionalista por la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía. Con ellos se comprende mucho mejor cómo es posible que una médico se negara de entrada a atender a los guardias civiles lesionados.

Un abogado "serio"

La secuencia más tensa de la jornada vino de la mano de Pina, que estuvo a punto de recordar a un agente que estaba bajo juramento, que estaba viendo en el ordenador las imágenes de la actuación policial en un centro de votación de Dosrius (Barcelona) y no se correspondían con lo manifestado por el testigo. En ese punto ha saltado el juez, harto de los números del letrado: "Lo que podemos hacer es que testifique usted. ¡Esto no es serio! Usted se comporta normalmente como un letrado serio y en este momento no se ha comportado como un abogado serio", dijo Marchena.

Molinero le echa un cable a Forn

La sesión matinal ha sido una repetición de la del día anterior. Comparecía el que fuera jefe de la "Comisaría Superior de Coordinación Central" de los Mossos, Joan Carlos Molinero, quien a pesar de estar considerado próximo al nacionalismo, ha sido relevado y destinado a la jefatura de tráfico de la policía regional. Repite lo dicho por Ferran López, jefe del cuerpo con el 155. Echa otra paletada sobre el futuro de los encausados al recrear ante la sala eso de que Puigdemont dijo que proclamaría la independencia si el 1-O se registraban enfrentamientos violentos. Defiende la eficacia del operativo de los Mossos de aquel día con el argumento de que fue la mayor movilización del cuerpo de su historia. También se deshace en elogios hacia el exconsejero Forn, que nunca se metió en nada. Y, por supuesto, asegura que el coronel Diego Pérez de los Cobos aplaudió con las orejas la brillante idea de mandar un par de mossos a cada colegio para cerrarlos de buen rollo.

Brazos en alto y patadas por debajo

Los agentes y mandos de la Guardia Civil que actuaron en los puntos más conflictivos marcan el resto de la sesión. A los abogados de los golpistas les parece muy sustantivo que los manifestantes del 1-O gritaran "somos gente de paz" y pusieran las manos en alto. También coreaban "ni un paso atrás". En cuanto a lo de las manos arriba, un agente lo admite: "Sí, alzaban las manos por arriba y por abajo pegaban patadas".

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