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La lotería del confinamiento selectivo: cuando 150 metros determinan el futuro de tus dos negocios

Jacinto es dueño de dos bares de Carabanchel. Están separados por apenas 150 metros. Sin embargo, uno está en zona confinada y el otro no.

Jacinto, en La Nueva Pocha | LD

A sus 52 años, Jacinto se define como un emprendedor nato. Empezó a trabajar en el mundo de la hostelería cuando apenas tenía 14, y a los 20 ya regentaba su propio bar. Natural de Carabanchel, este empresario cuenta hoy con cuatro negocios en Madrid, pero tal vez de los que más orgulloso se siente sea de los que están en su barrio de toda la vida. "Yo me he criado aquí y siempre había pensado que la Avenida de Oporto era una zona muy buena, porque se mueve mucha gente", nos cuenta Jacinto. Así que hace 15 años, más o menos, decidió apostar por Puerta Bonita y abrir La Nueva Pocha, un local de tapas y raciones, donde también se puede degustar un menú diario.

El negocio le fue tan bien, que en cuanto tuvo oportunidad abrió otro bar en la misma avenida, al que bautizó con su propio nombre: La Taberna de Jacinto. Lo que no se imaginaba entonces es que 150 metros, los que según Google Maps separan uno de otro, podrían ser determinantes para sobrevivir a una crisis. En este caso, la del coronavirus. El pasado viernes, la Comunidad de Madrid anunció restricciones en 37 áreas de la región y en Carabanchel, como en otros barrios, hay calles que están afectadas y otras que no, algo que Jacinto considera una "injusticia" en toda regla. "Ahora resulta que un bar está en zona confinada y el otro no. Uno tiene que cerrar a las 22:00 y el otro puede abrir hasta la 1. Y por si fuera poco, otra vez el aforo al 50%", se queja este empresario. A su juicio, este confinamiento selectivo no tiene ni pies ni cabeza: "¿Alguien puede entender que esta calle no esté confinada y la de enfrente sí? ¡Pero si ni los vecinos se enteran! Aquí vienen personas mayores que no tienen ni idea de que esta zona está confinada y al final todo el mundo se mezcla, se cruza por la calle y esto no va a servir para nada, más que para arruinarnos". Y lo cierto es que La Nueva Pocha, el local que se queda en la parte confinada, ya empieza a sufrir las primeras consecuencias.

Hoy no hay ni la mitad de gente que otros días y la facturación da buena cuenta de ello: "Si antes hacía una caja de 1.200 o 1.300 euros, ahora no llega a 400 y con eso tengo que mantener a ocho familias y pagar el alquiler, el agua, la luz, el gas, los mismos impuestos, la seguridad social... Esto no hay quien lo aguante". Por lo pronto, Jacinto ha vuelto a mandar al paro a tres de sus empleados y le consta que no es el único. Las nuevas limitaciones de aforo escuecen, pero más si cabe ese toque de queda a las 22:00, que les "roba" las cenas. Y, como él mismo advierte, esto no solo afecta a sus empleados: "Yo compro al frutero, al panadero, al carnicero… Que piensen en todo lo que genera la hostelería".

De momento, el confinamiento se limitará a 15 días, pero Jacinto está convencido de que ésta no será la última vez que el ocio y la restauración se sitúen en el punto de mira, a pesar de que, según dice, los culpables de los contagios no son ellos precisamente: "Donde tienen que ir es a los botellones, a los parques que hay por aquí cerca y donde los chavales se juntan sin mascarilla. Ahí está el gran problema, no en los bares. Nosotros sí cumplimos con todas las medidas de seguridad". Sin embargo, más allá de este confinamiento selectivo, lo cierto es que prácticamente todas las administraciones han optado por limitar la actividad al sector de la hostelería y, si esto sigue así, dice Jacinto, "son muchos los que van a acabar tirando la toalla". El primero, él mismo: "Yo siempre he sido un emprendedor, pero en estos momentos solo pienso en traspasar todos los bares".

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