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Un año sin rastro de Joel: del supuesto suicidio a una conexión inesperada

El joven desapareció el 29 de enero de 2022 en Vigo. Tenía 22 años. Dejó una nota; sólo se llevó una mochila y su skate. Ni documentación, ni dinero.

El joven desapareció el 29 de enero de 2022 en Vigo. Tenía 22 años. Dejó una nota; sólo se llevó una mochila y su skate. Ni documentación, ni dinero.
Joel Fernández, desaparecido el 29 de enero de 2022. | JORGE FERNÁNDEZ

Joel Fernández Viñán desapareció el 29 de enero de 2022 en Vigo. Parecía un claro caso de suicidio. El joven de 22 años, estudiante de diseño, había dejado escritos unos mensajes "de despedida" para su familia y acaba de pasar por una depresión. Sin embargo, aproximadamente un mes y medio más tarde su móvil se conectó a unos 40 kilómetros de su casa. Un extremo que mantiene a sus padres en alerta permanente.

No saben si su hijo está vivo o muerto, no pueden dar por concluida la búsqueda. Es lo que nos explica su padre, Jorge. "Desapareció como si no existiera", reflexiona. Según relata para Libertad Digital, aquel día —el que se marchó— "estaba medio raro". Pero no les extrañó. Era algo que le solía ocurrir cuando hablaba con su exnovia, la última persona con la que mantuvo una conversación telefónica.

Aunque le preguntaron qué le pasaba, le quisieron dar su espacio. No le dieron mayor importancia porque el chico había mejorado mucho. Tres años atrás, había tenido conductas autolíticas y había estado en tratamiento. Pero ya le habían retirado la medicación y su psicólogo les había comunicado que "estaba bien". Seguía yendo a consulta dos veces por semana, pero "había superado la depresión". Sin embargo, algo le pasó aquel día.

El día de la desaparición

Era sábado. El joven había estado en casa, con su familia, hasta las cuatro de la tarde. A esa hora, le pidió dinero a su madre para comprar unos pantalones en una gran superficie. Lo que vio no le convenció, volvió a su domicilio y le dijo a la mujer que había decidido hacer la compra por Internet. Al rato le llamaron unos amigos y salió a dar una vuelta con ellos. Hasta ahí, todo normal.

Iban a ir a un centro comercial nuevo que tiene un buen espacio para practicar skate (montar en monopatín), una de sus grandes pasiones. Había acordado con su madre que volvería antes de las 22:00 horas, pero llegó casi una hora más tarde. "Eran cerca de las once, estaba medio raro", señala su padre, "entró a la habitación directamente y se encerró".

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Él se acercó a interesarse por cómo estaba, pero el joven no estaba receptivo y decidió dejarle un rato tranquilo. "Pensé que estaba agobiado", comenta. Pasada media hora, Jorge entra en el baño y el joven aprovecha para marcharse.

Su hermano mayor, con el que se lleva un año, le avisa: "Papá, algo le pasa al Joel". En su habitación había dejado escrito "Gracias por todo lo que me han dado". "Salió y hasta el día de hoy", indica Jorge, "no le volvimos a ver más".

"Nosotros enseguida salimos a buscarle. Fuimos a todos lados, a los sitios donde solía estar... Pero nada", añade. Durante diez minutos aproximadamente, su móvil "aún timbraba". Daba señal pero el chico no contestaba y —pasado ese tiempo— el terminal se pagó definitivamente (o casi).

Una conexión inesperada

Su familia avisó a sus mejores amigos y salieron todos a buscarle. Pasadas varias horas —alrededor de las cuatro de la madrugada— y ante la ausencia de noticias del joven, el padre puso la denuncia por desaparición. Aun así, el domingo repitieron operación. "Salimos a buscar, pensando que lo encontraríamos muerto en la orilla de la playa", reconoce Jorge, "pero nunca encontramos nada".

Los primeros meses se hicieron batidas en naves y fábricas abandonadas, en los sitios donde se hacía skate, en los albergues... Y nada. Ni rastro de Joel, ni de las pocas pertenencias que llevaba con él aquella noche. "Ni la mochila, ni la patineta, ni nada". Tampoco dieron resultados los visionados de las grabaciones de las cámaras de seguridad. Era como si se hubiese esfumado.

La señal de su móvil se perdió en la calle Coruña, a unos diez minutos de su casa. Y, desde ese momento, nadie de su entorno a vuelto a recibir noticias suyas. No se ha puesto en contacto con nadie. Tampoco ha hecho uso de su tarjeta bancaria. A la vista de esas premisas, todo apunta a que el joven pudo haberse quitado la vida, ese día o alguno más tarde.

Pero, el 9 de marzo de 2022, su móvil se encendió y se conectó a una red social. Fue breve, pero lo suficiente para ser detectada. La pregunta que se hacen es si fue él o alguien que tiene el terminal. La inesperada conexión se realizó desde Tomiño —a unos 40 kilómetros de su casa—, cerca de un hogar para personas sin techo. Tanto sus padres como la policía inspeccionaron el lugar, de nuevo sin éxito.

Le seguimos esperando

La familia de Joel ha repartido carteles sin descanso desde que el chico desapareció hace un año. En Galicia y también en Portugal. "Siempre hablaba de Portugal", comenta su padre. Al joven le gustaba viajar y había estado en varias ocasiones. Al ver que no encontraban ninguna pista del chico en tierras gallegas, decidieron buscar allí. Pero las diferencias con el idioma les dificultaron el rastreo.

Llegaron a pensar en la posibilidad de que Joel hubiera intentado iniciar una nueva vida en su país de origen, Ecuador. Pero sus padres se vinieron a España hace más de veinte años y —creen— él no tenía forma de sobrevivir allí. Se da la circunstancia, además, de que no se había llevado su documentación, por lo que le sería difícil cruzar el charco (aunque no imposible).

Para sus padres, "cada día es un sufrimiento". "Cada día que te levantes, pensando en que esté bien, que no le falte un plato de comida, que no pase frío... No es no es un niño malo, nunca fue malo y no sé por qué tomó esa decisión". Se refiere a la de marcharse, porque no sabe lo que fue de él una vez salió del domicilio familiar.

"Lo amo con toda mi vida", recalca su padre, "si pasó, pasó". "Que siga adelante", dice con la esperanza de que siga vivo. "Aquí, en casa, estamos con los brazos abiertos y lo amamos con todo nuestro alma", ese es el mensaje que le quiere transmitir, si llegara a leer estas líneas. "Sea lo que sea, que regrese", insiste visiblemente emocionado, "que lo extraño y lo amo con toda mi vida".

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