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El calvario de vivir rodeados de okupas: "Mis hijos no han tenido infancia"

El problema de la okupación crece en el municipio de Vícar. En la zona de La Gangosa hay fincas "tomadas" en un 80-90%: "Se han adueñado del barrio".

El problema de la okupación crece en el municipio de Vícar. En la zona de La Gangosa hay fincas "tomadas" en un 80-90%: "Se han adueñado del barrio".
Los okupas se apropian de un bloque entero en Almería

Suciedad, peleas, tráfico de drogas, cultivo de marihuana, enganches de agua y luz... Ese es el día a día de una comunidad de vecinos del barrio de La Gangosa en Vícar (Almería), en la que más del 80% de las viviendas están okupadas. Hablamos de un bloque de pisos en concreto, aunque -según nos cuenta una de las propietarias- los edificios colindantes y otras fincas de la zona están en la misma situación. En la suya hay 30 viviendas, pero sólo residen cinco propietarios. El resto de los vecinos son okupas. Un problema que llevan padeciendo desde hace más de una década.

Ella compró su piso sobre plano, por 100.000 euros. En aquella época (antes de la crisis de los ‘brotes verdes’ de José Luis Rodríguez Zapatero que nunca llegaron) se pagaba hasta un 70-80% más por casas similares en la zona. Parecía que era una buena operación. De hecho hubo vecinos que compraron dos y tres viviendas en el mismo bloque, pensando que podrían hacer negocio. Pero llegaron las vacas flacas y dejaron de pagar, de forma que los bancos se quedaron con la mayoría de los pisos. Las casas se quedaron vacías y los okupas aprovecharon la oportunidad.

Carmen se fue a vivir allí en 2007, con la ilusión de crear un hogar y formar su familia. No imaginaba entonces el calvario por el que iba a tener que pasar. Tan sólo dos años más tarde, las viviendas de las entidades bancarias empezaron a ser okupadas, fundamentalmente por magrebíes. Con el tiempo, se fueron apropiando del edificio, de las zonas comunes, del garaje y de todo lo que los rodea. "Ni bancos quedan en la manzana", asevera esta vecina en declaraciones a Libertad Digital. Pero eso no es lo peor. "Mis hijos no han tenido infancia".

Los pequeños no saben lo que es bajar a jugar con otros niños del barrio. Se tienen que alejar de allí para que no vean "a los machacas (que vigilan para los traficantes) o el trapicheo constante". Y se han tenido que acostumbrar al "ambientador de marihuana". Los okupas cultivan, venden y -por supuesto- se la fuman. En su bloque tienen localizado un narcopiso, con la consiguiente entrada y salida de desconocidos a la finca, y también hay una vivienda destinada al cultivo indoor (en interior) de maría, lo que les ha generado cortes de luz en la zona por la sobrecarga de la red.

A todo esto hay que sumar los problemas de inseguridad. Habitualmente presencian "peleas entre ellos, con cuchillos" por el control del tráfico de estupefacientes. Como podemos imaginar, no es el entorno en el que a Carmen quería criar a sus hijos. Pero la situación se ha ido tanto de las manos que a día de hoy es consciente de que es casi imposible encontrar un comprador para su piso. La mayoría de la gente que vive allí lo hace sin pagar un sólo euro por la vivienda y con todos los servicios enganchados. Cuando llegan nuevos vecinos, también son okupas.

Los dueños del barrio

La situación tiene difícil solución. "Se han apropiado del barrio", nos asegura Carmen. Son "los dueños de todo". "Cambian las cerraduras de las zonas comunes, como si ellos fueran los propietarios" y "somos nosotros los que no tenemos llave". Es un despropósito. No hay más que ver la suciedad que se acumula en el parking o el estado de los cuartos de contadores.

A los vecinos, los de verdad (los que pagan su hipoteca), les valdría con que al menos cuidaran los edificios en los que viven. Pero tampoco. "Han roto las puertas, los porteros automáticos, los buzones... Los bancos ya no existen, las jardineras tampoco, las paredes están súper sucias, el garaje se inunda de aguas fecales cada dos por tres... Es horroroso".

No pueden con ellos

Por otra parte, tienen todos los servicios enganchados y no hay forma de ponerle freno. "A lo mejor vienen los del Ayuntamiento por la mañana y les cortan el agua a todas las viviendas que están enganchadas. Pero no sé lo que hacen, que quitan los latiguillos o no sé qué, y a las diez la noche ya están enganchados todos otra vez. Con la luz pasa lo mismo".

Los vecinos se sienten en peligro. Hace unos diez años hubo un incendio importante que comenzó en el cuarto de contadores de la luz. Los pisos en los que se cultiva marihuana sobrecargan la red, provocando este tipo de problemas, además de los incómodos cortes de luz. "Nos hemos tirado noches enteras sin luz. Yo estoy pagando mi luz, mi contador, todo... Pero da igual".

"Hemos intentado salir de aquí, pero tenemos una hipoteca. No sabemos lo que hacer. Yo no quiero esta vida, no quiero que mis hijos estén en este ambiente. No pueden jugar en la puerta de mi casa. Los tengo siempre encerrados", denuncia Carmen. Están absolutamente desesperados y ya no saben a quién recurrir. "No hay quien viva así".

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