Muy consciente de los problemas que atraviesan España y olvidándose de la propaganda que desde distintas tribunas y púlpitos intenta distraer la atención sobre lo importante, el Rey Felipe VI ha centrado su tradicional discurso navideño en dos aspectos fundamentales que se ven amenazados: la Constitución y España. Además, lo ha hecho con constantes llamamientos a la unidad como garantía de la fortaleza de España como nación frente a cualquier intento de dividirnos y separarnos, construyendo muros entre nosotros.
Llama también la atención que en la España que, para el presidente del Gobierno va económicamente "como una moto", la primera mención del discurso haya sido para "las dificultades económicas y sociales" que atraviesan muchos españoles.
Pero el grueso de su discurso ha sido una cerrada defensa constitucional. Su majestad el Rey ha recordado que "gracias a la Constitución conseguimos superar la división, que ha sido la causa de muchos errores en nuestra historia; que abrió heridas, fracturó afectos y distanció a las personas", ha señalado. Curiosa evocación, la del monarca, después de que el presidente del Gobierno, se presentara en su sesión de investidura con la propuesta de levantar un muro.
Añadía Felipe VI que "superar esa división fue nuestro principal acierto hace ya casi 5 décadas. Por eso evitar que nunca el germen de la discordia se instale entre nosotros es un deber moral que tenemos todos. Porque no nos lo podemos permitir".
Frente a quienes cargan contra la Constitución, o a los socios de Gobierno de Pedro Sánchez que hablan de la carta magna como "un dogal" o un "candado", el Rey Felipe VI ha recordado el significado que tiene nuestro marco constitucional, como garantía para "expresarse libremente, recibir una educación, tener un empleo, o protegerse de la enfermedad (…) acceder a una vivienda, formar una familia, contar con ayuda social o disponer de un retiro digno, todos esos hechos diarios –y muchos más- son los que la Constitución ampara, garantiza y protege".
Y por eso "quiero reivindicar la Constitución", insistía con gravedad, "no sólo como valor democrático de presente y futuro", sino como la garantía de que "podamos disfrutar libremente de una vida en la que cada uno –con sus circunstancias- pueda ver razonablemente satisfechas sus legítimas expectativas, sus ambiciones, proyectos y necesidades".
Su defensa de la Constitución como valor supremo de convivencia, futuro y libertad ha sido el hilo conductor de un discurso que se ha apartado de los tradicionales mensajes navideños, por la gravedad del momento que vive precisamente la Constitución. Ha pedido abiertamente que se respete y conserve su identidad, su significado y su integridad como lugar "de reconocimiento mutuo, de aceptación y de encuentro aprobado por todos los españoles, como legítimos titulares que son de la soberanía nacional". Por último, un exhorto:
"Fuera del respeto a la Constitución no hay democracia ni convivencia posibles; no hay libertades sino imposición; no hay ley, sino arbitrariedad. Fuera de la Constitución no hay una España en paz y libertad."
Y si hay algo que define la defensa de la Constitución, es también la defensa de España, y es a lo que ha dedicado el tramo final de su intervención, reivindicando lo mejor que tenemos como españoles: "Hemos demostrado coraje, dignidad y principios frente al terrorismo. Hemos expresado y defendido nuestros valores constitucionales cuando éstos han estado en cuestión o se han puesto en riesgo".
Y ha señalado directamente a las instituciones del Estado, también a la Corona, y ha pedido a todos responsabilidad y, muy importante, "procurar siempre los intereses generales de todos los españoles con lealtad a la Constitución."
"Cada institución, comenzando por el Rey debe situarse en el lugar que constitucionalmente le corresponde, ejercer las funciones que le estén atribuidas y cumplir con las obligaciones y deberes que la Constitución señala".
"Debemos respetar también a las demás instituciones en el ejercicio de sus propias competencias y contribuir mutuamente a su fortalecimiento y a su prestigio. Y finalmente debemos velar siempre por el buen nombre, la dignidad y el respeto a nuestro país."
Recordaba el Rey que "el pueblo español ha superado siempre los periodos de tragedia, silencio, aislamiento y dolor; ha conseguido sobreponerse sabiendo elegir su camino con fortaleza y con el orgullo de los pueblos que son y quieren ser."
Finalmente un deseo: "Deberíamos tomar mayor conciencia del gran país que tenemos para así sentirlo más y cuidarlo entre todos. Así podremos cumplir mejor con la obligación de la que hablé hace unas semanas en las Cortes: la de garantizar a las jóvenes generaciones el legado de una España unida, cohesionada, con voluntad de entendimiento y sólida en sus convicciones democráticas, cívicas y morales: el legado de una España respetada, de una Nación querida, en la que puedan continuar desarrollando sus vidas de manera libre, de manera segura en un entorno de estabilidad y confianza".
En cualquier caso, Felipe VI está seguro de que "España seguirá adelante. Con determinación, con esperanza, lo haremos juntos; conscientes de nuestra realidad histórica y actual, de nuestra verdad como Nación,. En ese camino estará siempre la Corona; no sólo porque es mi deber como Rey, sino porque es también mi convicción."

