
El origen de los Testigos de Jehová, confesión religiosa reconocida legalmente por el Estado español en 1971, se remonta a finales del siglo XIX, cuando un grupo de estudiantes -liderados por Charles Taze Russel- creó en Pittsburg la Sociedad Internacional para el Estudio de la Biblia y comenzó a predicar sus enseñanzas. Adopta su denominación actual en 1931, de la mano del juez Rutheford. Él fue el que promovió la idea de que el Armagedón llegaría antes de que murieran todos los que vivían en 1914.
Natan Homer Knorr, su sucesor en la presidencia desde 1942, es quien vaticina el fin del mundo para el año 1975 y decide que el grupo ha de rechazar las transfusiones de sangre. Sin duda, una de las prohibiciones más controvertidas de la larga lista a la que se someten los testigos. Las más conocidas: fumar tabaco, consumir drogas, abusar del alcohol, mantener relaciones sexuales extramaritales o celebrar cumpleaños (en realidad no pueden festejar ninguna ocasión que no se base en preceptos bíblicos).
Pero además tampoco les está permitido realizar el servicio militar, participar en política, adorar los símbolos nacionales o practicar artes marciales. El último ejemplo nos sirve para explicar brevemente la perspectiva de sus prohibiciones. En un primer término, argumentan la negativa a que sus adeptos puedan practicar deportes como el karate, el judo o el kung-fu con el rechazo a la violencia. Pero, como podemos imaginar, la cuestión de fondo va más allá.
Su misión: predicar
Es fácil de entender si leemos entre líneas cualquiera de las reflexiones al respecto recogidas en ‘La Atalaya’ (revista de temas bíblicos de los testigos) o cualquiera de las publicaciones de la Watch Tower Bible (corporación editorial que imprime y distribuye todos los textos de la congregación, y una de sus principales fuentes de financiación). Como se dice en uno de estos textos, "para dominar las artes marciales, hay que invertir mucho dinero y entrenarse arduamente durante muchos años".
En definitiva, el cuerpo gobernante quiere mantener a sus adeptos alejados de cualquier actividad que pueda despertar en ellos otros intereses, así como distraerles o quitarles tiempo (y recursos) que -a su juicio- deben emplear en predicar. Son los mismos motivos por los que rechazan también la enseñanza universitaria, que no está prohibida de forma expresa pero sí la desaconsejan e intentan disuadir a aquellos que la inician.
Los males de la universidad
Ellos parten de la premisa de que la educación es "vital" en tanto en cuanto les permite "cuidar de la familia" y de que "la educación bíblica tiene más valor que la educación académica" (que es "el conocimiento que salva vidas"). Esto les lleva a animar a sus fieles a que apuesten por cursos de formación profesional y advertirles de "los peligros morales y espirituales de los estudios superiores". Y así lo reflejan en su propia web oficial.
Señalan que "la presión de grupo" hace que muchos estudiantes "tomen decisiones que van en contra de su opinión establecida sobre lo que está bien y lo que está mal" y también que "en la universidad son muy comunes y hasta se promueven algunas prácticas que Dios condena". "Las malas compañías echan a perder los hábitos útiles", recuerdan haciendo referencia a un pasaje de la Biblia (1 Corintios 15:33).
Adoran sólo a Dios
Los testigos tienen prohibido rendir honores a los símbolos nacionales, participar en política (votar, pedir el voto o promover cambios de índole social o política), aceptar un cargo público o afiliarse a un grupo de poder, como puede ser un partido o un sindicato. "Respetamos a los gobiernos y los símbolos patrios", señalan en su web, pero "decidimos no participar en esas ceremonias porque creemos que están en conflicto con lo que enseña la Biblia".
En primer lugar porque "solo Dios merece nuestra adoración". "Los juramentos de lealtad a la bandera y los himnos nacionales muchas veces tienen expresiones donde se promete servir al país por encima de cualquier otra cosa", añaden. "Nuestra conciencia no nos permite participar en estas ceremonias". En segundo, porque "todas las personas son iguales ante Dios" y esto no les permite aceptar "el favoritismo a personas de cierto grupo étnico o nacionalidad".
La disciplina es amor
"Mantenernos neutrales en política nos permite hablar con libertad sobre el mensaje del Reino con personas de cualquier ideología", señalan. "Con lo que decimos y hacemos, procuramos demostrar que confiamos en que el Reino de Dios es el gobierno que solucionará los problemas del mundo (Salmo 56:11)". Estos son algunos de los argumentos que fundamentan las prohibiciones relacionadas con la política y símbolos patrios.
No obstante, es obvio que en este tipo de sectas es importante mantener a los adeptos al margen de cualquier otra influencia que pueda alejarles del grupo, plantearles dudas sobre sus creencias y -en consecuencia- hacerles perder el control sobre ellos. Les convencen de que las prohibiciones forman parte de la disciplina y que ésta es a su vez una "muestra de amor". Así les someten también al arbitrio de los ancianos, que hacen seguimiento de sus conductas a través de: visitas de pastoreo, consejo personal y -en última instancia- comité judicial (que puede decidir su expulsión).

