La decisión de Carles Puigdemont de enviar a los toriles la proposición de ley de amnistía ha provocado gran malestar en el denominado sector pragmático de Junts per Catalunya (JxCat). Los mismos que se opusieron a que el partido abandonara el gobierno de la Generalidad, en octubre de 2022, son los que ahora se escandalizan por la negativa de Puigdemont a aprobar la ley de la amnistía. Uno de esos "pragmáticos", Miquel Sàmper, que fuera consejero de Interior de Quim Torra, se ha dado de baja del partido en protesta por esa decisión de Puigdemont y también, según ha deslizado, por un supuesto deterioro en las formas dentro de la organización.
La abrupta salida de Sàmper tiene otras lecturas, ya que en su condición de abogado es quien representa al exconsejero de Cultura de Puigdemont fugado en Bélgica Lluís Puig, quien dejó al letrado Gonzalo Boye por no estar de acuerdo con su estrategia de defensa. Que Sàmper rompa el carnet del partido por la ley de amnistía se interpreta también como una nueva brecha entre los expatriados. Clara Ponsatí ya esta fuera de ese círculo y ahora podría acompañarla Puig. Quedarían solos en Bruselas Puigdemont y Toni Comín.
Otros frentes
El abandono de Sàmper coincide con un momento particularmente tenso en JxCat. Acaban de expulsar del grupo en el Parlament a la diputada Cristina Casol, que había presentado una denuncia en la oficina de igual de la cámara catalana sobre "violencias machistas" dentro de su grupo. Está pendiente el caso de Aurora Madaula, de baja médica, que puso una denuncia en el mismo sentido. Ambas forman parte del círculo de Laura Borràs, la presidenta del partido, condenada por corrupción y cada vez más cuestionada.
En ese contexto, que Puigdemont haya decidido forzar la devolución de la ley de amnistía a la Comisión de Justicia del Congreso para reabrir el plazo de debate y enmiendas ha provocado críticas de un calado nunca visto dentro de Junts contra su líder, que no ocupa ningún cargo en partido. Se ha llegado a decir que Puigdemont ha paralizado la amnistía por egoísmo, porque no se siente suficientemente blindado.
Las críticas proceden del exterior, de los republicanos que serán juzgados en abril por malversación en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, pero aún más del interior, donde se deja caer que Puigdemont está pensando tan sólo en su "interés personal".