José María Lindo Magdaleno, el asesino confeso del anciano millonario de Hinojal, engañó y manipuló a los vecinos del municipio cacereño tras la desaparición de Vicente Sánchez con el objetivo de desviar la atención sobre su persona y al mismo tiempo la investigación. Así lo aseguran los agentes encargados del caso, que sospecharon de él desde el principio por las contradicciones y lagunas de su declaración.
"Durante el periodo de investigaciones, dificultó enormemente las labores indagatorias que recaían sobre él", señala la Guardia Civil, "utilizando la información directa que tenía de la propia familia de la víctima" a su favor. El puesto como alguacil del Ayuntamiento desde hace más de 30 años le proporcionaba a José María una posición de privilegio y confianza ante los hinojaliegos.
Incluso Tente (apodo por el que se le conocía en el pueblo), al que sus familiares definían como una persona desconfiada por naturaleza, le permitió formar parte de su círculo más cercano. Trabajaba para él puntualmente como chófer y le acompañaba a los toros, afición que compartían. Una relación que le convirtió en sospechoso en cuanto se detectó la ausencia del anciano, el 27 de enero de 2024.
De ahí que el autor del crimen se dedicara a difundir diferentes teorías sobre la desaparición de Vicente, como que se podría haber marchado voluntariamente para disfrutar de su dinero o incluso que alguien relacionado con su actividad en Cáceres podía haberle "dado un porrazo" para robarle y haberle dejado "tirado por ahí". Ambas hipótesis muy alejadas de lo que ocurrió en realidad.
Según han podido concretar los investigadores, Vicente desapareció el pasado 22 de enero. Aquel día, víctima y verdugo estuvieron juntos en una cafetería. Tente "había comprado un billete de ida y vuelta en autobús a Cáceres, para realizar diferentes gestiones bancarias y extracción de dinero de sus cuentas". Sacó 2.000 euros, los que le robó José Mari (como le llama todo el mundo) después de estrangularle.
También se apropió de su documentación y sus cartillas bancarias, que le sirvieron para realizar "diferentes operaciones" tras cometer el crimen y esconder su cuerpo. En el pueblo, nadie imaginaba un desenlace parecido. Según ha confesado a Libertad Digital la alcaldesa de Hinojal, Blanca Vivas Rivero, pensaban que había sido "un accidente" y "por el miedo ocultó el cadáver".
Deudas y ludopatía
Por lo que nos cuenta, el alguacil era el ‘hombre para todo’ del consistorio. LLega a decir que era como su "mano derecha". "Tenía llaves de todas partes" y "siempre estaba disponible". "Por las mañanas, le decía a los trabajadores lo que había que hacer y cómo lo tenían que hacer. Si había una avería, le llamaba y la atendía. Incluso fuera de su horario de trabajo, si había algún problema se hacía cargo".
Esto le hacía ser alguien respetado en el pueblo. La propia alcaldesa, que trabajaba codo con codo con él, no se había percatado del tipo de persona que era y los problemas que tenía. Vivas tan sólo sabía que en Navidad le pidió un anticipo para arreglar el coche y atender a los gatos extra de esas fechas. Pero no era consciente de las deudas que le acuciaban, como ha trascendido después.
Hasta ese momento, la alcaldesa definía a José Mari como "una persona con buen sentido del humor, que no tenía problemas con la gente, ni vicios más allá de jugar a las cartas con los del pueblo". Sin embargo, según ha adelantado el diario Hoy, su defensa va a alegar en el juicio que "padece una patología grave de adicción al juego y que estaba en tratamiento por ello". Algo que espera sea tomado como un atenuante.