La Assemblea Nacional Catalana (ANC) se ha sumido en el caos. Lo que parecía que iba a ser un paseo militar, la elección del cantautor Lluís Llach como presidente de la entidad, se ha convertido en un cisma cuya primera consecuencia fue impedir el acceso al cargo del favorito. Llach necesitaba dos tercios de los votos del secretariado de la entidad (formado por 72 personas), pero la irrupción de una candidatura sorpresa impidió que alcanzara ese número de votos.
La dirección saliente, encabezada por Dolors Feliu, fue la responsable de la "trampa" perpetrada para evitar que Llach, al que se identifica como una extensión del expresidente de la Generalidad Carles Puigdemont, arrasara en el cónclave interno. A tal efecto, presentaron la candidatura de Josep Punga, un joven directivo del Banco de Sabadell de 27 años de padres angoleños.
Punga, un perfecto desconocido hasta este fin de semana se convirtió en gran protagonista de las elecciones internas para despecho de Llach, que se negó a llegar a ningún acuerdo con el rival porque ya sabe "de qué van estas cosas", según adujo. Después de cinco votaciones y de dar por vencedor a Llach en una de ellas por un error en el conteo, se decidió aplazar el cónclave para designar a la nueva dirección a una fecha todavía por concretar.
Los contrarios a Llach le acusan de pretender convertir la Assemblea en una entidad al servicio de las necesidades movilizadoras de Carles Puigdemont. A pesar de que en las dos últimas votaciones Punga se había retirado, sus partidarios votaron en blanco, lo que abortó la elección de Llach. La intención del cantautor es mantener su candidatura.