El "Consell de la República", la Generalidad catalana en el "exilio", el gobierno "legítimo" de Cataluña, el parlamento catalán de la "legalidad del 1-O", todo eso está hecho unos zorros. El artefacto, una especie de Generalidad fantasma ideada por Carles Puigdemont para seguir recibiendo honores de presidente en ejercicio, ha entrado en barrena.
La entidad presumía de tener 89.474 afiliados con derecho a voto, es decir, militantes al corriente de pago. De todos ellos, sólo han votado 8.108, el 9,06% en las elecciones a la presidencia del "Consell". Se trataba de sustituir a Carles Puigdemont, que cesó en el cargo cuando asumió la presidencia de Junts. Toni Comín, su escudero y fiel amigo hasta que comenzaron las denuncias sobre los gastos particulares de Comín con fondos del Consell, aspiraba a sucederle, pero se ha quedado en tercer lugar.
Perfil culé
El ganador, con 5.340 votos, (65,86%), ha sido Jordi Domingo, el candidato avalado por Puigdemont y Toni Castellà, el albacea de los restos de la parte separatista de Unió. Domingo es abogado y un veterano del activismo independentista, uno de los impulsores de la constitución catalana que no vio la luz y miembro de la "Comisión de Transparencia" del F. C. Barcelona, una de las entidades más opacas de Cataluña.
Domingo partía ventaja respecto a Comín. Aunque su nombre ha estado siempre asociado a las derrotas independentistas, al menos no estaba lastrado por acusaciones de malversación e incluso de acoso sexual como es el caso de Comín.
En segundo lugar ha quedado Montserrat Duran, con 1.846 votos (22,77%). Comín ha sido tercero, con 745 votos (9,19%) y cierra la tabla Toni Castelló, un mallorquín nacionalizado alemán por odio a España, que ha logrado 161 votos (1,98%).
La función del "Consell de la República" es mantener la ficción independentista de que Puigdemont es el presidente "legítimo" y en el "exilio" de la república catalana. Pero no sólo eso. A través de la sociedad belga responsable de las finanzas del "Consell" se abona el coste de la "Casa de la República", que es la vivienda habitual de Puigdemont en Waterloo, así como los gastos generados por su actividad política.
Las acusaciones vertidas contra Comín en una auditoría y también por parte de Valtònyc y de un exasesor en el parlamento europeo han marcado un proceso electoral que no ha hecho más que determinar el alcance de la crisis financiera y de credibilidad de un artefacto político que ya no sirve a los intereses de Puigdemont. También ha supuesto el fin de la unidad del llamado "exilio" catalán. La primera en romper la disciplina fue Clara Ponsatí. A Comín, en cambio, lo han echado los suyos, Puigdemont y su corte, tras constatar ciertas irregularidades en su gestión. Irregularidades como alquileres vacacionales a costa de las donaciones del pueblo independentista al "Consell".