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Sánchez recurrirá al trilerismo presupuestario en defensa para eludir a sus socios y no depender de Feijóo

Una nueva contabilidad, fondo de contingencia y reasignaciones presupuestarias serán, con toda probabilidad, las opciones de Sánchez.

Una nueva contabilidad, fondo de contingencia y reasignaciones presupuestarias serán, con toda probabilidad, las opciones de Sánchez.
Pedro Sánchez ofrece una reunión tras las reuniones que ha mantenido este jueves en el Palacio de la Moncloa, en Madrid. | EFE

Si hay algo que llamó la atención de todos los representantes políticos que acudieron este jueves a Moncloa fue la tranquilidad que Sánchez mostró durante toda la reunión. El presidente departía relajado, mostrando tranquilidad y sin un atisbo de preocupación pese a la cascada de "noes" que sus socios le escenificaban ante un aumento del gasto militar.

Sánchez sabe que, pese a la oposición de la mayoría de partidos de la coalición Frankestein, no van a tener problemas y ya ha ideado varios planes con sus correspondientes alternativas. Todas para evitar pasar por el Congreso, encontrarse con la oposición de sus socios y tener que pedir auxilio al PP.

Tres opciones viables y sin depender del Congreso

En la actualidad, el gasto en defensa de España está en el 1,3%, del PIB lejos del 2% que exige Europa y la OTAN. Para alcanzarlo, lo primero que ha ordenado el presidente del Gobierno es empezar a computar en el gasto una serie de inversiones que no estaban En especial, todo lo referente a la ciberseguridad de las administraciones públicas. Sólo el Plan Nacional de Ciberseguridad aprobado en 2022 tiene una presupuesto estimado de 1.200 millones de euros hasta 2025.

Además, el Gobierno quiere computar otra serie de gastos, en especial los relacionados con la defensa fronteriza, las operaciones de paz y algunos en inteligencia. Cuando se incluyan toda estas inversiones, el Gobierno espera subir unas décimas y aproximarse más al 2%.

El grueso de las nuevas inversiones se harán vía fondo de contingencia y que no necesitan el aval del Congreso. El único problema es que el límite está en los 4.000 millones anuales pero, teniendo en cuenta que cada décima son 1.600 millones, con unos 3.200 millones podrían subir hasta 2 décimas.

La última baza que le queda son las reasignaciones presupuestaria. Es frecuente que cada año queden centenares de partidas sin ejecutar. Se trata de obras o contratos que no han salido a concurso, han quedado desiertos o se han pospuesto u olvidado. "Los Presupuestos son los padres", asegura un exministro en privado que recuerda que, sólo durante el año pasado, Hacienda "movió 90.000 millones en la prórroga". Dinero que cambio de casillero y hasta de ministerio. Ahora, muchos ya intuyen que gran parte de lo que se encuentre sin ejecutar durante este año acabará en el Ministerio de Defensa.

Además, el Gobierno está pendiente de préstamos del BEI (Banco Europeo de Inversiones) y transferencias comunitarias para poder tener más dinero que invertir en defensa. Todo con el mismo objetivo: evitar depender del Parlamento.

Sólo hay en el horizonte un pequeño nubarrón que podría convertirse en una tormenta que zozobraría el barco gubernamental. Se trata de la cumbre de la OTAN en La Haya en junio y que podría elevar las exigencias más allá del 2%. Durante su comparecencia ante la prensa, tras la ronda de contactos, Sánchez mencionó esta cumbre como uno de los momentos clave de este año para determinar los objetivos y la fecha para lograrlos.

La oposición advierte

Que Sánchez no piensa pasar por el Congreso es algo que muchos ya advierten. El primero en pasar por Moncloa fue Alberto Núñez Feijóo. A su salida, el líder del PP advirtió de sus planes: no pasar por el Congreso, dilatar los plazos, engañar a los españoles y derivar el problema a futuros gobiernos. Consciente de la jugada, sin ser capaz a vislumbrar todavía los detalles, tendió varias veces la mano al Gobierno para "dialogar" y "apoyarle" si traía un plan "limpio".

El líder de la oposición no ocultó su asombro ante la posibilidad de que el presidente comprometa a futuras administraciones sin ni siquiera informar a las Cortes ni a los ciudadanos. "No tiene legitimidad", dijo, advirtiendo de que las partidas presupuestarias son de tal magnitud que deberán desarrollarse en las próximas décadas y afectarán a los presupuestos del país durante mucho tiempo, lo que requiere visión de Estado y un entendimiento entre los dos grandes partidos.

Objetivo: evitar depender el PP

Un acuerdo que, sin embargo, destruiría los cimientos sobre los que Sánchez ha construido todo el relato de esta legislatura: el enfrentamiento entre bloques divididos por un muro. En un lado de la trinchera, la supuesta "mayoría parlamentaria" que dijo tener para ser investido presidente habiendo perdido las elecciones; en el otro, la "derecha reaccionaria", la "ultraderecha" a la que hay que combatir y por la que "el fin justifica los medios".

Echarse en manos del PP rompería el esquema que le ha permitido llegar a la Moncloa, dividiría a la coalición y podría precipitar la legislatura. "Su único objetivo es mantenerse en el poder", advirtió Feijóo tras la cita en la que le despachó rápidamente, concediéndole incluso menos tiempo que al PNV, y en la que no le informó de nada ni exploró siquiera la posibilidad de un acercamiento, conocedor de que sus planes no pasan por pedir permiso al poder legislativo, lo que para el PP supone derivar hacia una "autocracia".

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