El exjefe de los Mossos que no detuvo a Puigdemont se defiende: no creyeron que pretendiera fugarse
Eduard Sallent admite en el juzgado que no contactaron ni con la Policía Nacional, ni con la Guardia Civil ni con la policía francesa.
Un desastre sin paliativos, una chapuza colosal, un operativo catastrófico. Todo eso y más fue el plan, por llamarlo de alguna manera, de los Mossos para detener a Carles Puigdemont cuando se plantó en la avenida Lluís Companys de Barcelona el pasado 8 de agosto, hace ahora once meses.
Las dudas sobre las verdaderas intenciones de quienes idearon el plan persisten, pero sólo hay tres agentes de los Mossos investigados, los que actuando de paisano ayudaron al prófugo a volver a burlar a las autoridades.
Eduard Sallent era entonces el máximo responsable policial de los Mossos, un mando acreditado por su fidelidad a los principios del nacionalismo catalán y que en un chat policial llegó a afirmar que el objetivo del plan para detener a Puigdemont no era detener a Puigdemont sino que se llevara a cabo la sesión de investidura como presidente de la Generalidad de Salvador Illa.
A pesar de semejante despropósito, ni Sallent ni Joan Ignasi Elena, el consejero de Interior de ERC en funciones ese 8 de agosto, fueron imputados. Este lunes, Sallent ha declarado en calidad de testigo ante la titular del juzgado de instrucción número 24 de Barcelona, María Antonia Coscollola. Sallent ha recibido un trato VIP, ha declarado durante casi una hora y media, ha contestado a todas las partes y se ha ratificado en el informe que tras la segunda fuga de Puigdemont entregó en el Tribunal Supremo, un documento de 17 páginas que es la pura descripción de la incompetencia policial, un extremo más favorable a Sallent y los Mossos que el que se deriva de la hipótesis de la colaboración con el golpista prófugo.
Puigdemont entró y salió de España sin ser molestado por nadie, con una pasmosa libertad de acción y movimientos insólita para un hombre sobre el que pesaba y pesa una orden de arresto en territorio nacional emitida por el magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena. Así las cosas, Sallent ha asegurado que al preparar el dispositivo jamás se plantearon la posibilidad de que Puigdemont tratara de huir por segunda vez.
Un president "por los suelos"
Creyeron, dice Sallent, que Puigdemont no opondría resistencia a su detención y trataron de diseñar un plan para que el arresto no se convirtiera en un circo. A Sallent le preocupaba la imagen de un presidente de la Generalidad siendo arrastrado por el suelo o en medio de un tumulto. Lo que no le preocupaba en absoluto, sostiene, es que pudiera huir. Ni se lo imaginaba, dice el policía.
Los Mossos no contactaron con la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Gendarmería francesa ni antes ni después de la entrada y salida del país de Puigdemont. Tampoco hubo ningún dispositivo que tratara de impedir la libre circulación del prófugo por Barcelona. Ni hubo las más elementales comprobaciones sobre el paradero del prófugo, ha admitido en sus respuestas a las partes.
Ante tanto descontrol tampoco ha extrañado nada que Sallent declarase que ignoraba si los tres agentes imputados por ayudar a Puigdemont a fugarse otra vez estaban al tanto de los planes de los Mossos para afrontar la jornada en la que el prófugo había anunciado que estaría presente en el Parlament de Cataluña.
En uno de los mensajes sobre los preparativos de la jornada del 8 de agosto, Sallent advertía a sus subordinados en estos términos: "En relación a la reunión de hoy: el dispositivo tiene como objetivo garantizar la celebración del pleno. En el marco de este dispositivo existe la posibilidad de que se produzca la detención del presidente Puigdemont. Pero no es la finalidad del dispositivo. En la reunión de hoy hemos planificado el dispositivo en diferentes escenarios y hemos evaluado hipótesis sobre una hipotética presencia del expresidente. Hemos definido un dispositivo pulcro y equilibrado que garantice su eficacia sin estridencias. Quien tenga alguna consideración a hacer que la haga en las reuniones con transparencia".
Ese casi incriminatorio mensaje aparece en un libro de la periodista Mayka Navarro y el investigador privado Francisco Marco sobre la segunda fuga de Puigdemont.
Tras la toma de posesión del gobierno socialista en la Generalidad, Sallent fue destituido por Josep Lluís Trapero, que pasó del ostracismo a la dirección general de la policía. Sallent es ahora el comisario jefe de la zona sur de Barcelona.
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