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Así se radicalizaron los autores del 17-A: cohesión interna, creencias extremas y percepción de amenaza

Un estudio revela cómo los factores de riesgo superaron a los de protección en los autores de los atentados de Cataluña.

Un estudio revela cómo los factores de riesgo superaron a los de protección en los autores de los atentados de Cataluña.
Las Ramblas, el día después del atentado. | LD/Agencias

Un equipo de investigadores de las universidades de Córdoba, Granada y Burgos, junto con la Comisaría General de Información de los Mossos d'Esquadra, ha identificado los elementos clave que propiciaron la radicalización de los autores de los atentados del 17-A. Según el estudio, los lazos internos del grupo, la búsqueda de sentido a través de ideas extremas y la percepción de amenazas simbólicas o culturales fueron determinantes en su deriva violenta.

Qué factores impulsaron el proceso

La investigación, publicada en la revista Behavioral Sciences of Terrorism and Political Aggression, parte del análisis del caso real de la célula yihadista que atentó en Las Ramblas de Barcelona y en Cambrils en agosto de 2017, provocando 16 muertes y más de cien heridos. Ocho años después, los autores del estudio han querido comprender qué elementos facilitaron la radicalización de los implicados.

Tras revisar 200 declaraciones policiales y realizar 50 entrevistas a familiares, amigos y personas cercanas a los terroristas, el equipo clasificó los factores presentes en su entorno. Entre todos ellos, cinco elementos de riesgo destacaron por su peso e influencia.

Vínculo cerrado, ideología extrema y amenaza simbólica

Los investigadores identificaron como claves:

  • Vínculos muy fuertes dentro del grupo, que creaban un entorno cerrado, impermeable a influencias externas.

  • Búsqueda de identidad y sentido vital, que encontraron en una ideología extremista.

  • Percepción de amenaza simbólica o real, tanto en lo personal como en lo cultural.

  • Creencias radicales y segregacionistas, con rechazo explícito a los valores democráticos.

  • Tendencias autoritarias y pasionales, que limitaban la autocrítica o el diálogo con otras visiones.

Este conjunto de factores actuó como un bloque reforzado que desplazó cualquier posible influencia moderadora, impidiendo que los elementos de protección —educación, ocupación, entorno social— tuvieran un efecto real.

Qué no funcionó para frenar la radicalización

El estudio muestra que los factores de protección presentes eran débiles o estaban inactivos. Aspectos como la situación laboral, el nivel de estudios o las relaciones con el entorno no ejercieron el contrapeso necesario frente a los elementos de riesgo.

Según los investigadores, la radicalización no fue un proceso repentino, sino una construcción progresiva dentro de un entorno cohesionado y con ideas compartidas, donde se reforzaban mutuamente las creencias extremas y la desconfianza hacia el exterior.

Una investigación para anticiparse

Este trabajo forma parte del proyecto 'Camins', liderado por los Mossos d'Esquadra y el grupo de investigación Conflict and Human Security de la Universidad de Córdoba. El objetivo es dotar a las autoridades de herramientas prácticas para la detección temprana de procesos de radicalización violenta y facilitar la prevención antes de que se active la vía del terrorismo.

Los autores subrayan que el conocimiento detallado de casos como el del 17-A es esencial para diseñar estrategias realistas y eficaces, adaptadas al contexto social y psicológico de los individuos en riesgo.

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