
Pedro Gómez de la Serna ya no es dirigente del Partido Popular, del que ha sido un activo importante durante años. Una vez la Audiencia Nacional admitió a trámite una querella de la Fiscalía Anticorrupción contra él por presuntos delitos de corrupción en transacciones internacionales, cohecho, blanqueo de capitales y organización criminal, la dirección nacional aumentó la presión para que se hiciera a un lado siguiendo los pasos de Gustavo de Arístegui, también señalado por la Justicia por sus negocios.
Su "baja", como así se vendió oficialmente por el PP, se produjo tras una mañana de difícil digestión política en el Congreso de los Diputados. Gómez de la Serna, excluido del grupo popular, se situó en la zona del hemiciclo que ocupa su otrora formación, en una esquina de arriba. Cada antiguo compañero que se paraba a saludarle o a despachar con él era señalado por los medios de comunicación. Con quien más rato conversó fue con Francisco Molinero, el instructor designado por el Comité de Derechos y Garantías de Génova para aclarar su caso.
Molinero debía recabar información sobre el presunto escándalo y elevar un informe al Comité, que entonces decidiría si le retiraba el carnet. Tras la charla con Molinero, y tras jornadas de importante presión interna –recientemente se citó con Javier Arenas en Sevilla-, Gómez de la Serna pactó con el PP que presentaría su baja. La investigación interna queda de esta forma interrumpida.
Lo que mantiene el histórico dirigente político es su acta de parlamentario. Seguirá en el grupo mixto, al que fue enviado al conseguir representación en las elecciones generales, y las fuentes consultadas en Génova admiten que "mantiene amigos en el PP" pese a que "sí o sí tenía que renunciar a su carnet de militante".