
El 28-M puede ser un recuento de infarto. Los bloques en varias localidades están muy igualados y cualquier voto puede decantar la balanza a favor del bloque de la derecha o de la izquierda. En el caso de algunas de las principales ciudades, en manos de los llamados "Gobiernos progresistas", el PSOE asume que todo se decidirá por un puñado de votos.
Es el caso de Valencia, el PP tendría 11 concejales. En segunda posición, están empatados las dos formaciones de izquierdas: Compromís y el PSPV. Los de Joan Ribó acusan un cierto desgaste tras ocho años en la alcaldía y la socialista Sandra Gómez, actual vicealcaldesa, podría dar el sorpasso a sus socios nacionalistas. Ambos están empatados a 8 ediles.
Les sigue Vox con 5. Todo depende de Podemos. Los morados fluctúan entre 0 y 1 concejal. Si entran, habría mayoría de izquierda. Si se quedan a unos cuantos votos, el asiento pasaría, con toda probabilidad, al PP y la derecha recuperaría el bastón de mando que perdió Rita Barberá tras 24 años en el poder.
En el caso de Sevilla, el actual alcalde, Antonio Muñoz, mejoraría los resultados de Juan Espadas pero la división de la izquierda podría hacerle perder la alcaldía. El PSOE tendría 14 asientos. El PP se comería por completo a Ciudadanos y pasaría de 8 a 12. El problema es que Podemos e IU concurren por un lado y Adelante Andalucía por otro. Los morados entrarían pero estarían lejos de los 4 asientos de 2019 cuando se presentaron juntos.
El Gobierno no ha dudado en respaldar a Muñoz. A Sevilla ha ido a parar la Agencia Espacial Española en detrimento de Granada. Esto ha creado un gran malestar en la ciudad nazarí y el PSOE ya asume que podrían perder la alcaldía, a la que llegaron a mitad de legislatura tras la dimisión del alcalde de Ciudadanos y con el respaldo de dos concejales naranja.
Al desgaste se une la apuesta del PP andaluz. Juanma Moreno ha designado como alcaldable a una de sus consejeras más populares: Marifrán Carazo. Hasta este momento estaba al frente de Fomento.
El viento sopa a favor en Barcelona
Sólo hay un lugar en el que los socialistas empiezan a respirar con alivio. Se trata de Barcelona. La pre-campaña comenzó con la vuelta del alcalde convergente Xavier Trias para ponerse al frente de la candidatura de Junts. En las encuestas, el partido de Puigdemont se disparó pero, en las últimas semanas, se ha estancado y el candidato del PSC, Jaume Collboni, se consolida en primera posición.
Los de Colau siguen en tercera posición. Les sigue ERC y más tarde el PP. Los socialistas asumen que el viento sopla a favor y que están recogiendo votos tanto de la izquierda como de la derecha.
Destacan el trasvase de papeletas de los que en 2019 se inclinaron por Manuel Valls. De ahí que Collboni no se quiera mojar sobre posibles pactos. Ni con Trias ni con los comunes para no perder el voto de los anti-Colau, ni tampoco de los de izquierdas. Hasta el día después de las elecciones, y sólo tras ver el resultado, no se decantará por ningún bloque.
Cualquier derrota se tapará con Barcelona
En el PSOE esperan que los sondeos mantengan a Collboni en primera posición. Saben que podrían exhibir el triunfo en Barcelona, la segunda ciudad más poblada de España, para ocultar cualquier otra pérdida como podrían ser Valencia o Sevilla.
Además, en el PSOE se respira optimismo con Valladolid. Óscar Puente mejoraría sus resultados y sumaría un edil más. Se quedaría a dos de la mayoría absoluta. También han mejorado las expectativas con Zaragoza. Tras la marcha del alcalde Jorge Azcón, para encabezar la candidatura al Gobierno autonómico, el PP empieza a desgastarse en los sondeos.
La nueva candidata popular, Natalia Chueca, no está dando tan buenos resultados como su predecesor, que iba a conseguir una mayoría absoluta. Saben que la capital maña va a ser una plaza difícil pero las expectativas han mejorado con respecto a hace unos meses cuando la daban por perdida. Ahora, no descartan recuperar la alcaldía para Lola Ranera si los partidos a su izquierda hacen una buena campaña.

