Alberto Núñez Feijóo se reúne en este momento con Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados, con la intención de ofrecer al líder del PSOE varios pactos Estado, además de pedirle que le deje gobernar por ser el candidato más votado el pasado 23-J. Una auténtica quimera teniendo en cuenta que los socialistas ni siquiera le reconocen oficialmente como ganador de las elecciones.
El presidente en funciones ha sido el primero en llegar al número 36 de la carrera de San Jerónimo, y el único que se ha dejado ver ante los medios de comunicación. Apenas una hora después del encuentro, a las 11.00, el PSOE ha convocado a su Ejecutiva, lo que hace prever que la cita será muy breve. Feijóo comparecerá después en el Congreso de los diputados mientras que no está confirmado que Sánchez vaya a hacerlo, aunque Ferraz ha convocado a los medios a una rueda de prensa, en la sede, al concluir la reunión.
Feijóo va a proponer varios acuerdo de Estado para regenerar las instituciones, defender la unidad de España, la estabilidad del país y la igualdad entre los españoles. Es decir, todo aquello que el presidente ya ha sacrificado, o está dispuesto a hacerlo, para amarrar el apoyo de sus socios.
Por su parte, Sánchez acude con una petición bajo el brazo: la renovación del CGPJ, que motivó precisamente el último encuentro que se produjo entre ambos, hace diez meses, tras la dimisión del entonces presidente, Carlos Lesmes. Desde el PSOE piden al PP que se "desbloquee" esta situación y se alcance un acuerdo "antes del 31 de diciembre" de este año.
Ambiente muy tenso
La reunión se prevé tensa, después de que Sánchez ni siquiera aceptara mantener una conversación telefónica con el líder del PP cuando le pidió contactar para reunirse en persona. Según trasladó Moncloa, asiste por "normalidad democrática" para reclamar "respeto" y defender su aspiración de ser investido, de nuevo, al tener más opciones de lograr una mayoría parlamentaria que le revalide en el cargo, aunque se sostenga en todos los partidos independentistas, incluido Bildu y Junts.
El encuentro, más simbólico que efectivo, tiene lugar tras una campaña electoral muy dura en la que Feijóo pidió la confianza de los españoles para "derogar el sanchismo", mientras Sánchez azuzó el miedo a un gobierno del PP sostenido por "la ultraderecha" de Vox. Desde las generales, todo han sido reproches entre ambos, sin posibilidad alguna de entendimiento, tras un resultado completamente inesperado para todos. Estos precedentes anticipan el fracaso de la cita.
La portavoz del gobierno en funciones, Isabel Rodríguez, calentó ayer el ambiente de la cita acusando a Feijóo de "hacer perder el tiempo a los españoles" con una "investidura fallida", "un paripé" rodeado de "folklore". Incluso ironizó con la petición de dejar que gobierne la lista más votada, asegurando que el PP gobierna en comunidades y ayuntamientos, desde el pasado 28-M, pese a no haber sido el ganador de las elecciones en algunos casos.
Sin sintonía alguna entre ambos
Se trata de la primera vez que ambos se verán las caras después del primer debate que protagonizaron durante la campaña electoral del 23-J, que ganó de forma contundente Feijóo. Ambos han coincidido después durante la constitución de las Cortes de la presente legislatura, en la que no se produjo ningún tipo de acercamiento.
La reunión se enmarca dentro de la ronda de contactos que el líder del PP anunció con todos los grupos para preparar la investidura. Sin embargo, será la única a la que acuda presencialmente, ya que ha dejado en manos de su grupo en el Congreso el resto de encuentros con los demás partidos. También ha anunciado contactos con los presidentes autonómicos, que en el caso de Cataluña, el País Vasco o Castilla La Mancha, ya han rechazado reunirse con él.
Las próximas semanas, por tanto, Feijóo tendrá muy difícil desarrollar una negociación realista con los partidos, que le permita acudir a la investidura con una mínima esperanza de poder ser elegido presidente, sin que cunda el desánimo entre los votantes que le dieron su confianza.
Durante este tiempo, se volcará en afianzar su liderazgo dentro del PP, así como en potenciar su perfil presidenciable con la vista puesta en unas elecciones que podrían no estar lejos, no tanto por la repetición electoral que parece improbable, sino por la difícil legislatura que se presenta, condicionada además por las elecciones catalanes y vascas que tendrán lugar el año que viene.