
Las elecciones en Cataluña serán determinantes para el futuro del país, ya que su resultado podría influir en los pactos posteriores a nivel nacional. La precampaña ha comenzado con PP y Vox ignorándose el uno al otro, hasta el punto de ni siquiera nombrarse, conscientes de que el principal enemigo a batir es el PSC, además de ERC y Junts.
Asumida la desaparición de Cs, al que las encuestas no conceden ningún representante, y dada la previsible victoria de socialistas y separatistas, PP y Vox se miran de reojo y compiten por conseguir el primer puesto de los partidos constitucionalistas, pero a través de un pacto de no agresión para no hacerse daño.
Recién reelegido Alejando Fernández como candidato del PPC, el acto de presentación al que acudió Alberto Núñez Feijóo, se centró en señalar al del PSC de Salvador Illa como la extensión de los partidos separatistas. No hubo referencias a Ignacio Garriga, de Vox, que también evita nombrar al PP cuando habla de Cataluña, tanto en comparecencias públicas como en redes sociales.
Santiago Abascal ha optado esta semana por confrontar también con Illa, después de que el candidato socialista dijera que Vox es más peligroso que Carles Puigdemont. El líder del partido respondió recordando que la trama Koldo afecta de lleno al que fuera ministro de Sanidad, por la compra de las mascarillas.
La pugna por quedar primero
Los constitucionalistas intentarán por mejorar los resultados de hace tres años, cuando Vox quedó primero con 11 diputados, seguido de Cs con 6 y el PP con apenas 3 representantes. Las encuestas otorgan ahora a los populares hasta 15 escaños, gracias a la suma del voto que fue en los anteriores comicios a los naranjas. De ahí su apelación al llamado "voto útil" insistiendo en presentar a Alejandro Fernández como la única opción constitucionalista.
"Hay que lograr la unidad de los constitucionalistas en torno a la figura de Alejandro Fernández porque es el único que representa esos valores", han repetido diferentes portavoces del PP en los últimos días, incluido el propio Feijóo. El objetivo es dejar fuera de esa denominación a Illa para intentar atraer a votantes del PSC, aunque resulte casi imposible. Sin embargo, en Vox se dan por aludidos y esta estrategia no ha caído nada bien.
Los de Abascal, por su parte, han lanzado alguna pulla al PP presumiendo, constantemente, de ser la primera fuerza constitucionalista para contrarrestar la idea de que es necesario aglutinar el voto. En todo caso, defienden, debería hacerse en torno a Garriga, dado que Vox logró más escaños que la suma de PP y Cs juntos en los últimos comicios.
Con esta idea han ironizado, incluso, durante las negociaciones de populares y naranjas para ir en una lista conjunta, que finalmente no fructificaron, asegurando que cualquier oferta similar a Vox debía pasar por que el PP diluyera sus siglas en las de Abascal por ser la sexta fuerza del Parlamento catalán, mientras ellos lideran la oposición.
La amnistía juega un papel fundamental en la campaña, aunque fuentes de PP y Vox admiten que hay hartazgo en la población catalana en todo lo referente al 1-0, por lo que cuestiones más locales como la economía o la inmigración podrían ser más determinantes. Aún así, ambos admiten que será difícil que la cuestión nacional no acabe marcando la contienda electoral, especialmente en la antesala de las elecciones europeas, las primeras de carácter general que se celebran después del 23-J.

