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Sánchez ordenó un examen de pruebas incriminatorias de Begoña Gómez en los cinco días de la carta enamorada

Sánchez utilizó los cinco días de reflexión para diseñar la estrategia defensiva de Begoña Gómez y hacer una evaluación de daños.

Sánchez utilizó los cinco días de reflexión para diseñar la estrategia defensiva de Begoña Gómez y hacer una evaluación de daños.
Europa Press

Pedro Sánchez no perdió el tiempo en sus cinco días de la carta del hombre "profundamente enamorado". Fuentes socialistas afirman que un núcleo absolutamente cercano y reducido de personas sí estaban al corriente de lo que ocurría aquellos días. Y lo que ocurrió fue la petición de un análisis de las pruebas incriminatorias que podían salir a la luz sobre los negocios de Begoña Gómez.

Y es que, por aquellas fechas, Sánchez ya sabía que su mujer estaba imputada y que acabaría siendo citada. El titular del Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid, Juan Carlos Peinado, abrió oficialmente su investigación contra Begoña Gómez el 16 de abril. Lo hizo a través de su famoso auto en el que, de forma totalmente expresa, anunció que, pese a que por el momento no reclamaba su declaración en condición de investigada, sí "le atribuye dicha condición procesal".

Lo hizo de forma simultánea al traslado de la citada resolución judicial con un párrafo plenamente delator: "Si lo estima conveniente, designe procurador y abogado que la represente". En ese auto de 16 de abril, el magistrado "dirige la investigación contra Begoña Gómez, como posible partícipe en los hechos investigados, que pudieran ser constitutivos de un delito de tráfico de influencias y de un delito de corrupción en los negocios", afirma la resolución firmada por Juan Carlos Peinado.

La discusión periodística comenzó de inmediato sobre si, en términos formales, eso debía considerarse una imputación al uso por carecer el investigado —Begoña Gómez— de citación expresa. Pero, como siempre explican los juristas, en estos procesos se figura "como testigo, o como denunciante o como responsable civil o como investigado". Tal y como plasmó el sumario del caso Begoña Gómez, fue el 22 de abril cuando el letrado de la administración de justicia del Juzgado de Instrucción número 41, dictó el oficio de solicitud de testimonio y citaciones.

Ahí se reclamó la testifical de dos de los periodistas que habían publicado noticias sobre la mujer del presidente con un argumento: "A fin de que se proceda a su notificación a la investigada Begoña Gómez Fernández". Y dos días más tarde —el 24 de abril— llegó la carta de Sánchez a todos los españoles como hombre "profundamente enamorado". La carta en la que anunciaba que debía repensar su papel como presidente del Gobierno porque, como dijo Pedro Sánchez, "se trata de una operación de acoso y derribo por tierra, mar y aire, para intentar hacerme desfallecer en lo político y en lo personal atacando a mi esposa".

"No soy un ingenuo. Soy consciente de que denuncian a Begoña no porque haya hecho algo ilegal, ellos saben que no hay caso, sino por ser mi esposa. Como soy también plenamente consciente de que los ataques que sufro no son a mi persona sino a lo que represento: una opción política progresista, respaldada elección tras elección por millones de españoles, basada en el avance económico, la justicia social y la regeneración democrática". Pues bien, fuentes socialistas descartan por completo ninguna duda de Sánchez, salvo en la faceta de la estrategia defensiva.

Necesitaba saber hasta dónde podía llegar la obtención de pruebas. Quería un tiempo para diseñar la estrategia defensiva y hacer una evaluación de daños. Y esos cinco días se dedicaron a eso: a repasar mails, mensajes, contratos, concursos, fotografías, encuentros. Todo lo necesario para preparar la defensa que debería llegar porque Sánchez ya sabía que su mujer sería citada, al igual que todos los implicados en sus negocios.

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