
La inmigración ha sido un tema casi tabú en España durante mucho tiempo. El único mensaje que asumían públicamente los partidos era el propagado por la izquierda, partidaria de acoger y regularizar a todos los extranjeros que llegan a nuestro país, dado el riesgo de ser tachado de racista o xenófobo. Vox fue el primero en hacer bandera de este asunto, pero el reciente cruce de acusaciones entre PP y PSOE parece haberles dejado fuera de combate.
El viraje de Pedro Sánchez, partidario ahora de las expulsiones de inmigrantes irregulares, que incluso ha vinculado con la inseguridad ciudadana, permite a los de Santiago Abascal reivindicar parte de su discurso para intentar desprenderse de la etiqueta de xenófobos o racistas que le colocan sus adversarios políticos. Sin embargo, al mismo tiempo les impide meter baza en un asunto para ellos capital, en el que se han volcado para intentar crecer a imagen y semejanza de sus partidos homólogos en Europa.
Horas antes del giro propiciado por el presidente del Gobierno, que previamente había apostado por traer a 250.000 africanos anuales a España, el PP también había defendido la necesidad de expulsar a los inmigrantes irregulares, recordando el ejemplo de países como Alemania, Grecia o Italia, lo que provocó que el Gobierno saliera rápidamente a insinuar que su mensaje era racista.
En este rifirrafe, los de Abascal han quedado completamente al margen del debate político, más allá de haberse convertido en arma arrojadiza entre populares y socialistas. Los primeros para intentar marcar distancias con Vox, criticando la exageración de sus menajes, y los segundos para acusar al PP de asumir los postulados de la "ultraderecha" para competir electoralmente.
El diputado de Vox, José María Figaredo, viajó a Canarias esta semana junto al portavoz del partido, José Antonio Fúster, para visitar un centro de acogida de inmigrantes, donde realizó declaraciones a los medios. Un encuentro que ha pasado prácticamente desapercibido en los medios, donde todo lo centra la gira de Sánchez por África y la propuesta migratoria del PP, después del caos y el colapso que sufren las islas, además de Ceuta y Melilla, por la llegada masiva de extranjeros.
Aunque la inmigración ha sido siempre una de las grandes apuestas de Vox, y se trata de un tema que cada vez preocupa más a los españoles, el partido ha emprendido un camino electoral contrario al de otras formaciones como la de Meloni en Italia o Le Pen en Francia, que se han disparado en votos, explotando precisamente este tema, con un discurso muy duro contra la inmigración.
Para dar impulso a su mensaje, Vox incluso utilizó el reparto de menas entre comunidades autónomas para romper con el PP los gobiernos regionales, en un giro que no terminó de convencer ni a los suyos, según reflejaban los rostros de los propios afectados durante la reunión en la que se adoptó la decisión, y demostró el hecho de que algunos dirigentes autonómicos abandonaran después el partido.
Sin embargo, en plena llegada de inmigrantes a las costas españolas, con la actualidad marcada en esta recta final del verano por un asunto que centrará la política de, al menos, la próxima década, los de Abascal no han conseguido hacerse un hueco entre la opinión pública, más allá de volcarse en criticar a PSOE y PP por igual, equiparándoles en todos los asuntos.

