
El líder de Junts, Carles Puigdemont, ha instado al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a someterse a una moción de confianza, un instrumento parlamentario del que sólo el jefe del Ejecutivo puede hacer uso y que tiene un procedimiento similar a una investidura, aunque sin efectos en el cambio de Gobierno.
Este instrumento se encuentra detallado en los artículos 173 y 174 del Congreso, situado entre los procedimientos de investidura (170-172) y los de la moción de censura (175-179). Aunque esta última herramienta es bien conocida por la ciudadanía española tras las últimas mociones presentadas por Vox en contra de Sánchez sin éxito parlamentario y por la llegada del líder de los socialistas al Gobierno tras la moción de censura al expresidente popular Mariano Rajoy en 2018. Sin embargo, la Cámara Baja no ha visto una moción de confianza dese que el expresidente socialista Felipe González se sometiera a ella en 1990.
En concreto, las principales diferencias entre una moción de censura y una de confianza es que la primera es propuesta por la oposición para proponer un nuevo Ejecutivo, mientras que la segunda es planteada por el presidente del Gobierno para demostrar que tiene apoyos parlamentarios. Es decir, mientras que la de censura tiene efecto inmediato de cambio de Ejecutivo si sale adelante respaldada por una mayoría absoluta en el Congreso —176 votos—, la de confianza no tiene efectos inmediatos si es que el presidente no se ve respaldado por una mayoría parlamentaria simple —más votos a favor que en contra—.
Por lo tanto, si el líder de los socialistas aceptara la petición de una moción de confianza y la plantease a la Mesa del Congreso previa aprobación de la misma en Consejo de Ministros, este estaría planteando un debate similar al de una investidura —en el que el candidato no tiene limitación de tiempo para su discurso desde la tribuna— sin tener que responder legalmente si no sale respaldado por el Congreso.
Sin embargo, si Sánchez plantease la moción y no consiguiese la mayoría simple —para la que necesitaría, al menos, la abstención de Junts—, su Gobierno saldría debilitado de la sesión plenaria tras ser el primer jefe del Ejecutivo de la democracia que perdiese una moción de confianza. En palabras de Puigdemont, demostraría que la legislatura no tiene recorrido.
Felipe y Suárez, los únicos
Esta sería la primera moción de confianza en más de 34 años, ya que la última fue planteada por el expresidente Felipe González en abril de 1990 después de un proceso electoral lento y contradictorio. González ganó por mayoría absoluta las elecciones generales de 1989, pero los populares presentaron recursos a los procedimientos electorales de las circunscripciones de Murcia, Pontevedra y Melilla.
Ante este recurso, el Tribunal Constitucional ordenó repetir los comicios en la ciudad autónoma de Melilla. Una repetición que no benefició a González, perdiendo tras ella un diputado y, con él, la mayoría absoluta. Ante estos hechos, el exlíder de los socialistas anunció en su sesión de investidura que se presentaría a la moción cuando acabase el proceso judicial.
La otra ocasión en la que la Cámara Baja ha vivido una moción de este tipo fue en septiembre de 1980, cuando todavía no estaba aprobado el reglamento del Congreso, por lo que el entonces presidente del Parlamento, Landelino Lavilla, tuvo que aprobar una resolución de Presidencia para organizar el debate.
Esta estaba motivado por la intención del expresidente del Gobierno Adolfo Suárez de conseguir grandes consensos parlamentarios —ya que no había conseguido la mayoría absoluta en los comicios generales de 1979— para afrontar grandes retos para la recién instaurada democracia española como el creciente peso de los atentados de ETA o la crisis económica del momento.


