"El PSOE resiste" o "es increíble que tanta gente siga votándoles" son frases que se escuchan habitualmente en el ámbito del centroderecha y, probablemente, también en alguno del centroizquierda, aunque allí no se diga en público. Sin embargo, las últimas encuestas publicadas dan resultados muy malos para el PSOE en particular y para el conjunto de la izquierda en general, que no logra recuperarse y que, además, está dividida en tres partidos, lo que lastra sus posibilidades electorales.
Y lo que es más preocupante: con la única excepción de los potajes vagamente demoscópicos que hace Tezanos al frente de ese CIS que le pagamos los contribuyentes, todos los sondeos coinciden punto arriba o escaño abajo en dibujar esa situación preocupante para el presidente del Gobierno y su partido.
Es más: un análisis algo más detallado de los datos desvela algunas tendencias que parecen asentadas y que, de mantenerse, deberían alarmar a Pedro Sánchez y su interminable equipo de asesores. Vamos a analizar cinco de ellas.
1. Sí, el PSOE sí cae
La primera de ellas es que las frases con las que empezamos este artículo no son ciertas o, al menos, no lo son del todo: el PSOE sí está cayendo, aunque sigue teniendo una intención de voto sorprendente dado lo ocurrido en lo que llevamos de legislatura.
Y la caída es relevante: en las seis encuestas que se han publicado desde el pasado 30 de diciembre la intención de voto media para los socialistas es del 28,3%, es decir, casi tres puntos y medio menos de lo que logró Sánchez en las elecciones de julio del 23.
En la mayor parte de ellas el proceso se ha acelerado en el último medio año, por ejemplo en la serie de encuestas de Sigma Dos los socialistas se han dejado tres puntos desde el pasado mes de julio, en las de Target Point 2,3. Y en la mayor parte la distancia con el PP se mantiene o aumenta, a pesar de que los populares tampoco están en su mejor momento demoscópico desde la DANA: según NC Report los de Feijóo tenían 4,6 puntos de ventaja en junio y ahora 7,1; en 40dB (la empresa demoscópica que trabaja para El País) los 2,1 puntos de junio son 3,5 ahora; y en Hamalgama Métrica de 5,7 se ha pasado a 7,2 puntos entre ambos partidos.
2. La derecha está en más de 190 escaños
incluso con un PP que, como decimos, está mostrando no poca debilidad, Feijóo podría –según prácticamente todos los sondeos– contar con una mayoría de investidura de más de 190 diputados de lograr el apoyo de Vox. Concretamente, de las cinco últimas encuestas publicadas que hacen asignación de escaños en tres la suma de populares y voxeros está por encima o en esa cifra, en otra la alcanza en la parte alta de las horquillas de ambos partidos y en la última es de ‘sólo’ 188 escaños.
Es cierto que muchos consideran este apoyo poco menos que imposible a día de hoy, pero llegado el momento y pese a las reticencias de ambos partidos es impensable que no se alcanzase un acuerdo, ya no por la virtud de unos y otros, sino por el miedo al resultado de una posible repetición electoral.
Asimismo, se habla de que las encuestas antes del 23J también le daban al centroderecha la mayoría absoluta y, como todos sabemos, al final no la logró –aunque se quedó más cerca de lo que puede parecer–, pero en aquel momento la suma de PP y Vox en las encuestas nunca llegó a las cifras actuales y, de hecho, rara vez alcanzaba los 180 escaños.
3. Sumar, crónica de un desplome
Uno de los elementos más llamativos del panorama demoscópico es el desplome de Sumar. El partido, por llamarle de alguna manera, de Yolanda Díaz logró un 12,3% del voto en julio del año pasado: un año y medio después, la media de las encuestas está en el 5,7%. Menos de la mitad, que se dice pronto. Y hay que tener en cuenta, además, que en todas las elecciones celebradas después las últimas generales Sumar ha estado en las urnas todavía peor que en los ya poco halagüeños sondeos anteriores.
Según la mayor parte de los análisis, durante bastante tiempo esta caída ha alimentado al PSOE, que lograba con ello sostenerse en cifras más cercanas a su resultado electoral, sin embargo, en los últimos meses el trasvase no está tan claro, ya que ambos partidos han perdido intención de voto, y un tercer actor se ha incorporado a la fiesta.
Porque ahora parece claro que parte del desastre de Sumar se explica por Podemos: los de Irene Montero e Ione Belarra rompieron con Sumar poco después de las elecciones y desde entonces el partido morado vuelve a considerarse como una opción independiente en las encuestas. Su éxito electoral no es indescriptible, pero sí parece estar logrando crecer y, poco a poco, desgastando más a los de Yolanda Díaz: la media de las seis encuestas que estamos manejando en este reportaje les da un 4,5%.
Esto nos lleva a otro dato importante: más allá del daño que le ha hecho a Sumar la ruptura con Podemos. los dos partidos no logran alcanzar el porcentaje de votos que lograron en coalición –se quedan a dos puntos– incluso a pesar de que en ese caso concreto –como en el de muchas coaliciones pero en este probablemente aun más–, es razonable pensar que al ir juntos podía provocar que algunos votantes se quedasen en casa en lugar de un efecto movilizador.
Del mismo modo, es especialmente significativo que en un panorama tan polarizado ni estos partidos rentabilicen la bajada del PSOE ni tampoco los socialistas logren aprovecharse de la caída de las formaciones a su izquierda.
Así las cosas, los problemas que supone para Sánchez el desplome de Sumar son varios: por un lado que en estas circunstancias y con el voto dividido entre tres partidos es imposible que la izquierda pueda lograr una investidura como lo hizo, aunque fuese por los pelos y con el apoyo de todo el separatismo, hace un año.
En segundo lugar que, de mantenerse a largo plazo las tendencias y acabar Podemos superando a Sumar toda la operación promovida desde Moncloa para cambiar a los de Iglesias por un socio más dócil se iría al garete. Y efectivamente un Podemos renacido puede ser muy incontrolable.
Y, finalmente, se da la paradoja de que, al mismo tiempo que el hundimiento de sus socios condena al propio Pedro Sánchez a no poder repetir el Gobierno, si de una forma completamente inesperada y poco probable Sumar o Podemos resucitasen todo hace pensar que sería a costa de acrecentar la sangría del PSOE.
4. Vox crece más de lo que cae el PP
Este es un dato en el que, en mayor o menor medida, coinciden las seis encuestas que estamos manejando y que, de hecho, empezó a verse desde las primeras caídas del PP provocadas por la DANA: los populares bajan, pero Vox sube con más fuerza.
En los casos más destacados, por ejemplo las encuestas de NC Report, la diferencia es de nada más y nada menos que cuatro puntos; y en las de Hamalgama Métrica, de 3,3. La media de las seis encuestas es de 2,4 pero está un tanto distorsionada por el resultado de Sigma Dos, que es sólo de cuatro décimas.
Puede parecer poco, pero hay que tener en cuenta que estamos hablando de un país en el que el salto de votantes entre bloques parece algo casi imposible, aún más en la situación de polarización extrema actual.
¿Significa eso que, tal y como desean desde la noche de los tiempos los estrategas de Génova el PP está logrando arañar votos al PSOE? Es un dato que se ha adelantado tantas veces en las encuestas y se ha visto tan poco en las urnas que sólo lo creeremos cuando lo veamos, pero aun así hay algunos sondeos que apuntan en esta dirección y, en cualquier caso, como mínimo significa que el nivel de movilización del votante del centroderecha es muchísimo mayor que el del votante de la izquierda.
5. SALF no arraiga
Si en el punto tres hablábamos de Sumar como un invento monclovita para sustituir a un socio incómodo por otro más confortable, es muy difícil no ver también maniobras de Moncloa en el éxito de Se Acabó la Fiesta en las pasadas elecciones europeas.
La operación fue todo un éxito: la lista de Alvise Pérez logró un espectacular 4,55% de los votos y tres eurodiputados, 800.000 votos que rebajaron el resultado de Vox y también hicieron algo más suave la derrota del PSOE frente al PP.
Sin embargo, tras ese innegable éxito SALF no se está convirtiendo en lo que soñaban los estrategas de Sánchez, que no era otra cosa un tercer partido de derechas que desgastase de forma significativa las posibilidades de PP y Vox. Al contrario de lo que ocurrió con el surgimiento de Podemos en las europeas de 2014, que desde el 8% que obtuvo en las urnas inició una escalada que lo llevó incluso a amenazar la hegemonía del PSOE en la izquierda, los de Alvise no han logrado que su buen resultado fuese un trampolín para seguir creciendo, al contrario: la media de las cinco encuestas que lo incluyen es de un pírrico 2,4% y, su escasa presencia y los problemas de su líder parece que los llevan a ser más una flor de un día que una alternativa real.
Así, todo parece indicar que la derecha seguirá dividiendo el grueso de su voto en sólo dos partidos, mientras la izquierda lo hará entre tres –a menos que logre recomponerse una formación de extrema izquierda con los restos de Sumar y Podemos, claro, un empeño que a día de hoy parece un trabajo digno de Hércules–, lo que dado el sistema electoral español por circunscripciones provinciales puede ser letal para Sánchez y los suyos.
En resumen, más allá del dato concreto de intención de voto de cada momento, más allá de las proyecciones de escaños de este mes o del que viene, las encuestas transmiten unas tendencias muy preocupantes para el Gobierno, por no decir alarmantes. Y lo que es peor: sin que haya nada en el horizonte que pueda hacer pensar en un cambio de ciclo, ni por un panorama judicial cargado de días negros para Sánchez y su entorno más cercano; ni por uno político en el que su debilidad parlamentaria le va impedir llevar adelante una agenda legislativa digna de tal nombre y, probablemente, incluso aprobar los Presupuestos Generales del Estado.