
Las negociaciones presupuestarias entre PP y Vox a nivel territorial dependen, casi en exclusiva, de la voluntad de Santiago Abascal. Los presidentes de Murcia y Aragón creen haber hecho gestos suficientes para lograr su apoyo y frenan la pretensión de imponerles las mismas condiciones que a Carlos Mazón, al que apremiaba la necesidad por la situación de la Comunidad Valenciana y por su desgaste político. En Baleares, la debilidad de Vox mejora el escenario para Marga Prohens, dado que el partido está dividido en, al menos, tres fracciones.
Según trasladan fuentes de ambos partidos en las islas, las negociaciones están avanzadas y la presencia la semana pasada de la enviada de Abascal, Montserrat Lluís, encargada de los contactos territoriales, da cuenta de que el acuerdo podría estar cerca. La debilidad de Vox en esta comunidad facilita también un entendimiento, dado que tienen mucha menos fuerza para imponer al PP las mismas condiciones que a Mazón.
El PP cuenta con 25 diputados en Baleares, por lo que necesita otros cinco para aprobar las cuentas públicas. Uno sería el diputado de Formentera, al que podría sumarse el exdiputado de Vox que se fue al Grupo Mixto, lo que sitúa al PP a sólo tres votos de sacar los presupuestos. Se da la circunstancia de que el grupo de Vox, que cuenta ahora con siete diputados, está dividido en dos, con tres miembros abiertamente críticos con la dirección nacional.
No hay garantías de que los díscolos no pudieran abrir una negociación paralela con el PP que arrebate a Abascal todo poder de influencia, de ahí que Bambú haya tomado la delantera para abrir un diálogo que les asegure el rédito político. La buena relación personal entre Abascal y Prohens, como ocurrió de con la investidura al convertirse en el único territorio donde Vox no pidió entrar en el gobierno, también facilita el entendimiento.
Murcia y Aragón, otro escenario
Estas circunstancias cambian el escenario con respecto a Murcia y Aragón, donde ambas partes insisten en decir que hay avances pero sin terminar de concretar nada. Fernando López Miras, que acariciaba ya la posibilidad de un acuerdo, lanzó un mensaje ayer a Vox muy claro: "Condicionarlo todo a la teatralización de las formas es frívolo", dijo, tendiendo la mano a los de Abascal al añadir que "Vox no es así", pero dejando claro que no pasará por el aro que le impusieron a Mazón al entender que los gestos ya están hechos por rechazar algunas políticas del Pacto Verde y la inmigración ilegal.
Miras colocó el balón en el tejado de Abascal, del que cuestionó su voluntad real de acuerdo, dadas las nuevas condiciones que colocó sobre la mesa, una vez el PP ya había hecho guiños para favorecer el pacto. Entre ellas, eliminar el árabe de las escuelas, a pesar de ser un acuerdo internacional entre España y Marruecos que trasciende las competencias autonómicas. En Aragón la situación es similar, aunque los contactos estarían menos avanzados.
El manejo de los tiempos depende, por tanto, de Vox, al que le interesa lograr el mayor foco mediático posible, aunque en el PP advierten de que se les puede volver en contra si acaban rompiendo la cuerda de tanto estirarla. La presión de tener que explicar a los ciudadanos que no tendrán presupuestos por cuestiones ajenas a las cuentas públicas, como es escenificar un rechazo que ya se ha producido parcialmente, podría provocarles también un desgaste. Es, al menos, la baza en la que confía el PP.
Los plazos, en cualquier caso, apremian porque el objetivo es tener ya cuentas públicas en junio, como ocurre en la Comunidad Valenciana, para que los presupuestos tengan realmente utilidad en el presente ejercicio y no se aprueben en la segunda mitad del año, cuando perderían eficacia. Para lograrlo, la tramitación parlamentaria debe iniciarse, como muy tarde, en la semana posterior a Semana Santa, lo que convierte esta fecha en límite para que Vox decida si quiere pactar con el PP, al que dejaría de interesarle tener cuentas si sólo las puede aplicar en el último tramo de 2025.

