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Condenan a dos tuiteros por la campaña de acoso contra Lucía Extebarria a costa de sus críticas a la Ley Trans

La escritora asegura, sin embargo, que solo son el eslabón más débil de una "campaña institucional" orquestada, entre otros, por Irene Montero.

La escritora asegura, sin embargo, que solo son el eslabón más débil de una "campaña institucional" orquestada, entre otros, por Irene Montero.
Lucía Extebarria en una foto de archivo | Europa Press

La brutal campaña de acoso y cancelación que la escritora Lucía Extebarria lleva sufriendo desde hace cinco años empieza a tener sus primeras consecuencias. El Juzgado de Instrucción número 9 de Madrid ha condenado a pagar más de 7.000 euros a dos tuiteros por un delito de coacciones continuadas por los cientos de mensajes "de naturaleza totalmente vejatoria, hostigadora y denigrante" que ambos colgaron en sus redes sociales como represalia por sus críticas a la legislación LGTBI en general y a la ley Trans en particular.

Tal y como reconoce la sentencia a la que ha tenido acceso LD, dicha campaña no solo le causó "gran malestar, angustia, miedo, ansiedad, desasosiego", sino que le hizo perder su puesto de trabajo en numerosos medios en los que trabajaba como tertuliana. Además, "la denunciante vio alterada totalmente su vida cotidiana, sintiendo miedo al salir de casa y en sus desplazamientos, llegando a ser agredida al ser reconocida en la vía pública, todo ello fruto de la campaña de denostación y linchamiento social a la que se vio sometida".

Una campaña institucional

La ganadora del Premio Planeta, que asegura que esta condena es una "muy buena noticia", subraya, no obstante, que los señalados—G.M.A. y A.L.M— son, en todo caso, el eslabón más débil de lo que considera "una campaña institucional" contra su persona, que apunta a la exministra de Igualdad, pero también al PSOE. "Han caído los más pringados, pero es evidente que hay una campaña organizada detrás. Irene Montero era amiga de una de las condenadas y hay vídeos en los que se la ve tanto a ella como a Carla Antonelli aplaudiendo y riéndose en un acto en el que incitan a tirarme un ladrillo. Y de ahí no me mueve nadie. Y si quiere Irene Montero o Carla Antonelli demandarme, que me demanden, estaré encantada de probarlo", advierte.

La escritora asegura que tampoco los socialistas hicieron nada para frenarlo: "Escribí a todo el PSOE cuando todavía me llevaba bien con ellos, les pedí por favor que me ayudaran a pararlo, porque incluso se movió en redes una fotografía de mi hija que, por aquel entonces, todavía era menor de edad, y ni caso". También se dirigió al director de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla, "un histórico socialista", para pedirle que parase los pies a uno de sus profesores, hoy condenado, y no solo hizo la vista gorda, sino que, según denuncia Etxebarria, le mostró todo su apoyo. "Lo siguiente fue un tuit del profesor diciéndome ‘eres gilipollas, Lucía, mi rector me apoya’ y, efectivamente, le apoyó. No solo no le frenó, sino que le hizo fijo".

Lo que decían los mensajes

Aun así, la ganadora del Premio Planeta se felicita por una sentencia que, cuanto menos, reconoce todo su sufrimiento. Según constata el fallo, A.L.M. llegó a publicar un total de 134 tuits contra ella, tachándola de "acosadora, estafadora plagiadora, tránsfoba, homófoba, racista, fascista, alcohólica, acusándola de delitos de odio y con alusiones a sus deseos sexuales con menores, en concreto de su propia hija". G.M.A. fue más allá y publicó un total de 355 mensajes en la misma línea.

Ninguno de ellos, dice el juez, estaría amparado por el derecho constitucional a la libertad de expresión, ya que "si el derecho a la libertad de expresión legitima para manifestar con total libertad los pensamientos (algo que no se permitió a Dª LUCIA), no ampara para efectuar comentarios lesivos o vejatorios sobre otros". Dicho de otra forma: "Los denunciados pueden legítimamente estar en disconformidad con las ideas de la denunciante y expresar dicha disconformidad, pero ello no les legitima para hostigarla de forma continuada como lo hicieron con sus reiteradas publicaciones".

Las brutales consecuencias

Como consecuencia de estas, según constata el juez, Etxebarria "sufrió sintomatología de corte ansioso y depresivo" y la prueba practicada, insiste, es contundente: "Su declaración, valorada en inmediación, se constata veraz y carente de contradicciones, sin que se aprecie ánimo espurio en la denunciante. La referida relató en el acto del plenario, con desasosiego, la angustia, zozobra y ansiedad que sufrió, así como la incidencia negativa en su vida profesional, que se vio prácticamente quebrada".

Especial importante concede al testimonio de su hija, "ofreciendo un completo relato de las consecuencias que la acción ilícita de los denunciados causó a su madre y a ella misma, relato que se apreció sólido y veraz". En esta línea, el juez subraya la "inquina" de uno de los denunciados, "al afirmar que el testimonio de su hija podría justificarse por el miedo que siente hacia su madre, afirmación gratuita y totalmente fuera de lugar".

La condena

Con todo, se impone a los denunciados la pena máxima prevista por un delito continuado de coacciones leves: "Y ello atendiendo que no estamos ante un acto puntual, sino, muy al contrario, ante un delito continuado en el tiempo (…). Ello agrava también el sufrimiento". Además, se hace hincapié en que "la conducta ilícita de los condenados repercutió directamente en la forma de vida de la víctima, alterando sus costumbres y perdiendo oportunidades laborales".

De esta forma, se condena a ambos tuiteros a tres meses de multa, con una cuota diaria de seis euros, así como a indemnizar a Etxebarria con un total de 2.315,87 euros por las lesiones y secuelas ocasionadas y otros 5.000 euros en concepto de daños morales. Por otro lado, se establece que los condenados no podrán aproximarse a la escritora en un radio de 500 metros ni comunicarse con ella directamente o a través de terceros durante seis meses, lo que implica cualquier alusión en redes sociales a su persona".

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