
En Extremadura, PP y Vox se juegan mucho más que lograr un buen resultado. Ambos partidos van a utilizar esta comunidad como una especie de laboratorio de pruebas sobre su relación política, para marcar posiciones de cara al ciclo electoral que se inaugura. La campaña ya viene marcada por la disputa entre Santiago Abascal y María Guardiola, y amenaza con extenderse a todos los territorios.
"No podemos arrodillarnos ante Vox porque, cuando lo hacemos, nos penaliza", advierte un presidente autonómico del PP que ha vivido en primera persona la presión de tener que pactar con los de Abascal. "Si hay que repetir elecciones, Vox tendrá que explicarlo", añade otro dirigente autonómico, que ve a este partido "pasado de frenada". "Parte de los votantes de Vox lo eran del PP, no pueden jugar siempre a atacarnos", advierte otro líder regional.
El choque entre ambas formaciones se ha agudizado en Extremadura, Castilla y León, Madrid o Aragón. Esta última región mantiene todavía abierta la puerta de pactar los presupuestos regionales en los próximos días. Si en dos semanas no hay acuerdo, Jorge Azcón ya ha advertido de que irá a las urnas, posiblemente en el mes de febrero, siendo el siguiente presidente en celebrar comicios tras María Guardiola.
Extremadura como punto de partida
El resultado que ambos obtengan en esta región es, por tanto, fundamental para conocer desde qué punto parte cada uno. Si Guardiola llega a los 30 escaños, y suma más que toda la izquierda junta, los populares están convencidos de que Vox tendrá que abstenerse bajo la amenaza de repetir elecciones. Se trata de un escenario muy arriesgado, pero nada descartable si ninguno cede.
Abascal ya ha advertido de que, siempre que sus votos sean necesarios, exigirán cumplir parte de su programa. Y ha advertido de que, si Guardiola no cede, "el PP tendrá que valorar si cambia de candidata", lanzando su propio órdago a los populares. Una posibilidad descartada de plano por Feijóo, muy molesto con la mera sugerencia.
Vox ya ha demostrado disparidad de criterios entre regiones, según el trato que mantiene con el PP. En Baleares o la Comunidad Valenciana las exigencias fueron menores que en Extremadura o Murcia. Marga Prohens pactó fácilmente la abstención de los de Abascal al sumar más que toda la izquierda junta, mientras que López Miras sufrió mucho más cuando su ventaja era aún mayor ya se quedó a sólo un escaño de la mayoría absoluta.
Frenar a Vox a nivel nacional
La negativa del PP a "pasar por el aro de Vox" es casi unánime entre los presidentes autonómicos. La mayoría está en disposición de mejorar resultados con respecto a los últimos comicios y ven cómo los de Abascal empujan fuerte, especialmente a nivel nacional. Para frenarles, creen que la única posibilidad es mostrar fortaleza después de años cediendo a sus exigencias a cambio de sus votos.
Una vez constatado que Vox no quiere entrar en los gobiernos para no asumir el desgaste, y así evitar el llamado abrazo del oso, los barones del PP parecen dispuestos a cambiar de estrategia y hacer valer su hegemonía hasta las últimas consecuencias. Una acción bastante coordinada, a diferencia de lo que ocurrió el 28-M, cuando la diferencia de criterio entre regiones a la hora de tratar con los de Abascal acabó perjudicándoles el 23-J.
Se trata, además, de una forma de poner coto a la estrategia de Pedro Sánchez de agitar, de nuevo, los pactos del PP con Vox para azuzar al electorado con que "viene la ultraderecha". La pieza de caza mayor es la Moncloa y en la dirección de Feijóo se concluyó que uno de los motivos de haberse quedado a cuatro escaños de lograrla fue precipitarse en los acuerdos con Abascal a nivel autonómico. Extremadura, por tanto, también enviaría un mensaje al PSOE y el Gobierno para cortocircuitar sus planes.

