
El huracán que ya supone el caso Paco Salazar dentro del PSOE es imposible de contener, por muchos ceses que se ejecuten, como el oficializado este martes en el Consejo de Ministros: la destitución de Antonio Hernández, mano derecha de Salazar en Moncloa.
Fuentes gubernamentales aseguran que el exdirector del Departamento de Coordinación Política en el Gabinete de la Presidencia niega las acusaciones que recogen las denuncias de las militantes socialistas, en las que se menciona "luz de gas" y se apunta a que el comportamiento de Salazar habría sido imposible sin la colaboración de Hernández, quien, según los testimonios, llegó a decir a las presuntas víctimas que "cualquiera en su situación mataría por el puesto".
Desde Moncloa insisten en que Hernández rechaza las acusaciones, pero evita pronunciarse sobre si Salazar ejerció o no esos comportamientos inadecuados hacia las mujeres.
Fuentes gubernamentales aseguran desconocer si las denunciantes continúan trabajando y admiten un giro en su comunicación, asumiendo el mea culpa en boca de la ministra portavoz, Pilar Alegría. Compungid, Alegría ha reconocido que el encuentro con Salazar hace poco más de un mes, cuando ya conocía la existencia de las denuncias, en un restaurante "fue un error" y "no se tenía que haber producido", previsiblemente consciente de que este episodio podría pasarle factura en unas hipotéticas elecciones en Aragón.
Fuentes gubernamentales niegan que en ese encuentro se ofreciera a Salazar algún puesto de trabajo y se remiten únicamente a las palabras de la ministra, que cuando se conoció públicamente la reunión insistió en que se trató de un "encuentro personal".
Tras cinco meses de inacción y después de haber intentado contener y ocultar el caso, Alegría asegura sentir "dolor, indignación y traición", aunque subraya que este sentimiento no es "similar ni comparable" al que puedan experimentar las víctimas. "Es a ellas a quien hay que acompañar, cuidar y ayudar".

