sorpresa, pero enseguida se sale de dudas. El que no sabe nada de la juerga que está
llevando el sujeto podría pensar que había ido a la finca a pedir trabajo, pero el que no
ha dado un palo al agua es imposible que se ponga a trabajar y encima en la tarea más
penosa, el campo. Esto aparece hoy en este periódico: "Gordillo ocupa otra finca en
Córdoba para criticar el "latifundismo andaluz".