Lo que dábamos por establecido en España, el(+)

Estado de Derecho, se ha desmoronado a consecuencia del efecto dominó que ha
arrastrado, uno tras otro, todos los pilares sobre los que se sustentaba. Dimos por
sentado que las personas físicas que formaban parte de esos pilares tenían las
cualidades humanas y técnicas sobradas para prever cualquier embate que pudiera
sacudir con mayor o menor violencia las bases sobre las que se fundamentó el Estado
de Derecho. No ha sido así y la sociedad, diría que mayoritariamente, se encuentra en
un callejón sin salida, en una encerrona, no da crédito a que se esté produciendo el
descalabro incontenible de todo lo relacionado con la Justicia, uno de los pilares
fundamentales. Entiende la sociedad, diría que mayoritariamente, que no es concebible
que en todo ese aparato gigantesco de la Justicia se haya carecido de contar con
personas que tenían la obligación, por imperativo moral, humano, cívico, de prevenir
todo el inmenso estrago que estamos padeciendo y evitar así este desmoronamiento
del Estado de Derecho. Es inaceptable que una delincuencia tan reprobable, terroristas
de toda ralea y enemigos declarados que siguen siendo una amenaza para todos, siga
siendo beneficiada por esa Justicia impresentable que no puso lo que había que poner
para que esta vergüenza que estamos padeciendo se haya producido esta encerrona y
engaño que está sufriendo y va a seguir sufriendo la sociedad, diría que
mayoritariamente. Se ha fulminado al Estado de Derecho. Así de claro y de penoso.