Y finalmente el periódico El Mundo fue reconducido al redil. Se nota el cambio de dirección favorable al PP. En El País, en portada, no existe nada contra el PSOE...(+)

Para ellos no existe el caso de los ERES ni el resto de escándalos de la izquierda. Todo vuelve a su cauce. El del control político de los medios de comunicación.

Lo incomprensible es que existan personas que apoyen la polarización y el control ideológico de los periódicos, rayando la ridiculez y a la vez digan ser demócratas, etc., cuando apestan a totalitarismo.

Un ejemplo es el caso de León. El País vende una imagen de la política asesinada centrada en su presunta corrupción y acaparamiento de puestos. ABC se centró en poner en la diana de "peligrosos delincuentes" e incitadores al odio y al enfrentamiento, no sólo a las bestias pardas que comentan en las redes sociales y que directamente justifican los asesinatos, sino a todo aquél que ose hablar de la política como una Casta mafiosa y antidemocrática o que generalice la corrupción política o que se atreva a criticar abiertamente el régimen político actual. No han faltado los "gestapos" que a este respecto buscan tapar bocas, esgrimiendo que criticar al régimen es "lanzar cerillas", incitar al odio, etc.

LA pasos agigantados se avanza hacia el abismo, y si los comportamientos de unos son punibles, no lo son menos aquellos que aprovechan para cerrar bocas, pero lejos de centrar todo ello en la causa: los políticos y sus medios de comunicación, bisagras de todo ello, se ha centrado el problema en los ciudadanos: en los bárbaros, en los discrepantes o en los defensores de, cuando desde la política se fomenta todo ello, pues son ellos quienes en primer lugar han causado tanto una carencia de moralidad y valores brutal, como un estado de enfrentamiento ideológico-civil continuado.

La corrupción se les ha escapado de las manos, y esta siempre es y será la principal fuente de las desgracias. Pero no porque exista más corrupción ahora que antes, sino porque es noticiable y ha escapado al control político en un momento dado, tanto en prensa, como en el resto de medios de comunicación. Rápido se han prestado a hablar de coalición PP-PSOE (o ellos o el caos), y rápido han tomado las riendas de los medios de comunicación, que durante un breve año, se han dedicado a destapar lo que es generalizado. Pero aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, han dado un paso más por el control de las Redes sociales. Y es que, antes que a los brutales comentarios de ciudadanos, habrá que investigar y perseguir a quienes desde las tribunas políticas alientan la corrupción, a esos bárbaros comentaristas, a los que justifican los asesinatos o a los que pretenden cerrar bocas.

Porque dicho sea de paso, ya está bien que cuando algo afecta a la clase política se agrande el problema y se venda durante meses en los mentideros, mientras que cuando afecta a simples ciudadanos incluso se trata de ocultar.

No es cierto que en política la mayoría sean honrados y trabajadores. Y tampoco es cierto que el principal problema del país sea un asesinato no ideológico-político, de un político. Tampoco es cierto que toda opinión deba ser perseguida por injurias, calumnias o atentado contra el honor, cuando se opina, mejor o peor, más cerca o lejos de la Verdad, de personajes públicos.

Entre todos se ha construido un país bananero, corrupto, antidemocrático y con numerosos puntos negativos. Entre todos. ¿Acaso es peor quien fomenta el odio justificando asesinatos en la red, qué aquellos qué incitan al odio desde el independentismo o se alían con ellos, es peor lo primero qué colaborar con la xenofobia independentista, es peor lo primero qué indultar homicidas que son amigos, es peor lo primero que arruinar un país, que aplastar a impuestos a los ciudadanos y arruinar el futuro de millones, es peor alegrarse de la muerte de una pepera que de Carrillo?.

Hagánselo mirar, porque todos caen en lo que pretenden censurar o ajusticiar, celebrar o acallar, pero una cosa es cierta: el poder político se ha vuelto absolutista, feudal, tiránico y despótico y no es democrático acallar las bocas de quienes siempre desconfían del poder y pretender limitar el mismo en pos de una democracia de verdad y de la justicia.