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Los otros personajes de Francisco Ibáñez

Ibáñez llegó a crear a lo largo de toda su trayectoria profesional más de un centenar de personajes. Les ofrecemos una panorámica sobre los principales de ellos, sobre todo aquellos que no son los todavía populares Mortadelo y Filemón. | Juanma González @confecinepata

Mortadelo y Filemón
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Mortadelo y Filemón

Los míticos Mortadelo y Filemón se convirtieron, desde su creación en 1958, en la gran enseña de Francisco Ibáñez y Editorial B, tanto que gran parte de sus otros personajes sirvieron de relleno a sus álbumes. Concebidos como parodia de los relatos de género detectivesco, desde el principio el autor aplicó su óptica personal para parodiar la sociedad española, ya sea su vertiente cañí como las penurias de la dictadura -que le cortó las alas en varias ocasiones, la transición y la democracia. 

El botones Sacarino
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El botones Sacarino

La segunda creación en importancia nació en 1963 para la revista El DDT. Inspirado inicialmente en el galo Tomás el Gafe, del creador de Spirou, a medida que fue ganando popularidad y espacio fue aumentando su alcance, con nuevos personajes -"El Dire", siempre por debajo de "El Presi"- y situaciones, acabando por acaparar el interés de Tiovivo. El autor abandonó el personaje en el 82, pero salvo algún crossover oficial, nada de lo posterior fue guionizado o escrito por Ibáñez.

13, Rue del Percebe
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13, Rue del Percebe

Una de las principales muestras de esa vertiente social fue 13, Rue del Percebe, que fue publicada por primera vez en marzo de 1961, en la revista Tiovivo. La creatividad de Ibáñez consiguió elevar una fórmula puntual, usada antes por creadores como Will Eisner o Vázquez, a una serie regular capaz de alternar tramas con chistes gráficos más puntuales, todo en una única página.

La familia Trapisonda
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La familia Trapisonda

Al igual que los Cebolleta de Manuel Vázquez, los Trapisonda son otra visión cómica de la familia media española en el franquismo. Nacidos en 1958 en el seno de la revista Pulgarcito, en ellos ya se aprecia el vitriolo de Ibáñez, casi nunca un creador "blanco": el Trapisonda padre es un triste oficinista que se caracteriza por su mal genio, y la esposa ama de casa por su conformismo. Por eso, para preservar la "integridad" de la familia española, la censura obligó a cambiar el parentesco de los protagonistas, convirtiendo a la mujer en hermana y al hijo en sobrino.

Chicha, Tato y Clodoveo, de profesión sin empleo
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Chicha, Tato y Clodoveo, de profesión sin empleo

Junto a 7, Rebolling Street, una de las últimas creaciones de Ibáñez. En 1986 Ibáñez había dejado Bruguera por, entre otras cosas, conflictos con la propiedad de sus personajes. En la rival Grijalbo -que posteriormente sería absorbida por la anterior- y para la nueva revista Guai!, debido a la imposibilidad de dibujar a sus antiguas creaciones, dibujó a estos tres eternos parados peinados y vestidos según la moda callejera de los 80, expertos en marcarse "sinpas". Una oportunidad de parodiar el desempleo en la España de Felipe González. Con la muerte de Guai! en los 90 se acabaron también Chicha, Tato y Clodoveo (algunas de ellas consideradas igualmente apócrifas).

Rompetechos
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Rompetechos

Otro de los grandes clásicos de Ibáñez para Bruguera y Tiovivo, se trata además de su personaje favorito. Creado en 1964, Rompetechos provoca con su ceguera -que él jamás reconoce- todo tipo de catástrofes. Un abono para la concepción del gag salvaje y constante del autor, que crea de nuevo un personaje absolutamente inadaptado a su entorno. Se señala que está inspirado en la película alemana Quax, el piloto Rompetechos.

Tete Cohete
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Tete Cohete

Tete Cohete nació en 1981, después de que se le encargase una creación de corte más infantil para la revista Pulgarcito. Ibáñez lo presentó en una historieta larga de Mortadelo y Filemón, concebida como introducción del personaje, un chaval con la habilidad de convertir cualquier cosa en un objeto propulsado.

Pepe Gotera y Otilio
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Pepe Gotera y Otilio

Otro de los grandes hitos del autor, que en 1966 creó una de las encarnaciones más vivas del estereotipo del "obrerete"o chapuzas típicamente español. Su influencia, visible en series muy posteriores como Manos a la obra, es manifiesta. El jefe con bombín y el glotón empleado a su cargo, ambos deseando escaquearse del trabajo.

F. Ibáñez...
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F. Ibáñez...

Entre todos los personajes creados por Ibáñez, hay otro que resulta especial: él mismo. Fiel al estilo satírico de la editorial, el propio autor no ha dudado en incorporarse a sí mismo a sus ficciones, casi siempre como un atribulado e histérico dibujante que se da la gran vida -en la enésima de sus puyas a la editorial- a costa de sus personajes.

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