Hasta tal punto era consciente de su derrota, que le faltó cuajo para comentar el debate y tuvo que ser Ábalos el que saliera. Y más valiera que no lo hubiera hecho, porque la cara del escudero era un poema.
Por talante, por ganas, por defender sin complejos la identidad nacional, el vencedor fue Albert Rivera. Ahora bien, en cuanto a contenido programático, fue Pablo Casado quien destacó.
La exageración tremendista tiene un propósito, y ese propósito está en directa relación con los actos de violencia que se están perpetrando en Cataluña contra los partidos constitucionalistas.
En definitiva, el día 29 habrá que comenzar a reconstruir un proyecto político que será muy necesario para hacer frente, valga la redundancia, al Frente Popular que se avecina.
Quien vende a sus conciudadanos es, sencillamente, una mala persona. Y quien pasa de decir "convocaré elecciones cuanto antes" a "agotaré la legislatura" es, además, un mentiroso.