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Cayetano González

El día después

En definitiva, el día 29 habrá que comenzar a reconstruir un proyecto político que será muy necesario para hacer frente, valga la redundancia, al Frente Popular que se avecina.

Ya que el refranero popular dice sabiamente que hasta el rabo todo es toro, parece prudente esperar a la noche del próximo domingo para saber los votos y, sobre todo, los escaños que cada partido consiga. Todas las encuestas coinciden en señalar las altas posibilidades que tiene el PSOE de Pedro Sánchez de ganar las elecciones y poder formar Gobierno con aliados tan poco recomendables para la estabilidad institucional de nuestro país como Podemos, ERC, Juntos por Cataluña, PNV o Bildu.

Es verdad que en seis días pueden pasar cosas que alteren el resultado final. Por ejemplo, el debate de este lunes en TVE y el del martes en Atresmedia, en los que, por cierto, no estará Vox por mor de una obsoleta y absurda ley electoral. Pero por mucho que acorralen Casado y Rivera a Sánchez, que deben hacerlo, muy torpe tendría que estar el candidato socialista para salir herido de muerte de esos debates. Todo puede suceder, pero lo lógico es que Sánchez opte por no arriesgar y eche balones fuera en cuestiones tan espinosas para él como el posible indulto a los políticos catalanes que están siendo juzgados en el Tribunal Supremo.

Lo normal es que el próximo lunes Sánchez esté en condiciones de reeditar, en este caso con el veredicto de las urnas, su Gobierno de Frente Popular, que llevará a cabo en los próximos años la demolición del régimen constitucional del 78. Para ello contará con el apoyo entusiasta de ese partido tan nocivo para la democracia que es Podemos y la ayuda de todos aquellos que quieren que España deje de ser España: los ERC, PNV, Juntos por Cataluña y Bildu de turno. Esta es la cruda realidad, facilitada sin duda por la división en tres en que han llegado el centro y la derecha a estas elecciones.

Si se confirman los peores augurios, el mismo lunes 29 el centro y la derecha tendrán que ponerse manos a la obra en la ardua tarea de la refundación de un proyecto político e ideológico que cuando ha estado unido ha sido imbatible y cuando se ha dividido ha sido derrotado en las urnas. Aunque pueda resultar un poco estéril el recuerdo, no está de más subrayar que, si se ha llegado hasta aquí, la culpa en buena medida ha sido de Mariano Rajoy. Primero, porque desde el Congreso popular de Valencia (2008) se fue cargando un partido que aglutinaba en su seno a todo lo que había a la derecha del PSOE. Hay que recordar que durante un mitin en Elche invitó a los liberales y a los conservadores a irse del PP. Su labor de destrucción ideológica fue pertinaz y constante, y tuvo su culmen en su nefasto comportamiento ante la moción de censura presentada por Sánchez. En lugar de dimitir y convocar elecciones, prefirió amarrarse al poder y pasar la tarde de autos en el reservado de un céntrico restaurante madrileño.

El resultado que cada partido del centro y la derecha consiga el próximo domingo será determinante para ver cómo se puede llevar a cabo esa refundación. El que más complicado lo va a tener es el PP, al que todas las encuestas dan un importante bajada en votos y en escaños. Habrá que ver también hasta dónde llega el efecto Vox y cuál es su fuerza real, porque no será lo mismo, a efectos de esa refundación, que quede por delante o muy cerca de los populares o, que por el contrario, la distancia respecto al partido de Casado sea importante.

En cuanto a Ciudadanos, tendrá que decidir qué quiere ser de mayor y optar por participar o no en la refundación de ese espacio, en el que quepan todos los que defiendan la libertad, la igualdad y la unidad de España. En definitiva, el día 29 habrá que comenzar a reconstruir un proyecto político que será muy necesario para hacer frente, valga la redundancia, al Frente Popular que se avecina.

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