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Pablo Planas

Coripe dice Puigdemont

Una "orgía de violencia desatada" en Coripe, dice Puigdemont. Pues anda que lo del golpe de Estado...

Una "orgía de violencia desatada" en Coripe, dice Puigdemont. Pues anda que lo del golpe de Estado...
EFE

Tradiciones. Al prófugo Carles Puigdemont no le ha sentado nada bien que en la localidad sevillana de Coripe hayan tiroteado y pegado fuego a un Judas de trapo y paja con un lazo amarillo y su retrato a modo de máscara. Lógico. Al Pequeño Nicolás no le moló ni un poco cuando le tocó a él ser el protagonista de la centenaria tradición. Tampoco debió de ser plato de gusto para Rodrigo Rato o Urdangarin, aunque no fuera precisamente el principal de sus problemas.

Puigdemont intenta rentabilizar en votos el episodio, lo cual también es lógico. Sin embargo, es probable que no hiciera falta insultar a los ciudadanos no independentistas de Cataluña y el resto de España, aunque esa es también una tradición muy enraizada en el nacionalismo, cuyos teóricos sienten predilección por los andaluces. Recuérdese la tesis de Pujol sobre el andaluz como "la muestra de menor valor social y espiritual de España". O los estudios de Torra sobre las "bestias con forma humana" y la abundante literatura de los padres del catalanismo, convencidos no sólo de la existencia de una raza catalana sino de su superioridad frente al resto de los españoles.

En un hilo de Twitter, el expresidente de la Generalidad ha atribuido el simulacro con su figura a "la España del 155 y el a por ellos", responsabilizado en buena medida al alcalde del PSOE y dicho que estamos ante un caso de manual de mensaje de odio "en un acto con menores, que han asistido como una cosa normal a la orgía de violencia desatada contra lo que represento". En suma y según Puigdemont, "un acto indigno, impropio en una sociedad civilizada".

El insulto está claro. La sociedad española está por desbastar, pero queda la duda de si es por quemar, tirotear y colgar muñecos de las farolas o por utilizar a los efectos un monigote con su cara. Es muy probable que Puigdemont se refiera a la segunda opción, toda vez que en Cataluña eso mismo forma parte de las tradiciones más preciadas del independentismo.

Quemar fotos del Rey y banderas de España, por ejemplo, es un rito de iniciación de los cachorros separatistas con el que acaban todos los 11 de septiembre en Cataluña. Felipe VI también quema muy bien convertido en un ninot de cartón, vestido de guardia civil, con una toga encima y sus testículos en uno de los platos de la balanza de la Justicia, como se pudo comprobar en la última edición del carnaval de Ribas de Freser.

El año pasado se pegó fuego en la misma localidad a una imagen de gran tamaño de Inés Arrimadas y Soraya Sáenz de Santamaría semidesnudas y practicando sexo. Y con menores delante, del mismo tipo de menores que en Coripe o en la muy gerundense Ripoll, donde disfrazan a los niños de piolines con sus porras y cascos. Más monos... Los medios y políticos nacionalistas consideran eso extraordinarias expresiones folclóricas vinculadas al ejercicio de la libertad de expresión. Lo mismo que apalear un muñeco de Rajoy en un concierto a favor del referéndum, un pedazo de fiesta en plan piñata.

Los monigotes no tienen necesariamente que arder en fechas señaladas. A veces ni siquiera se les pega fuego, sino que se cuelgan de los puentes de las autopistas. Para que quede clara la intención, las figuras lucen las siglas y los logos de los partidos no nacionalistas. De esta expresión popular existen en Cataluña dos modalidades: ahorcados o colgados de los pies.

Pero la rica y fecunda región ha dado un paso más en este tipo de curiosas tradiciones locales y en vez de practicar con muñecos lo hace con personas reales, de carne y hueso, si bien que sin alma, según la propaganda nacionalista, tales como Inés Arrimadas, Cayetana Álvarez de Toledo, las gentes de sus partidos y la de Vox. Escarnis llaman en catalán a esa modalidad, que se lleva a cabo a lo largo y ancho de la geografía catalana durante los fines de semana de las campañas y precampañas electorales. Una "orgía de violencia desatada" en Coripe, dice Puigdemont. Pues anda que lo del golpe de Estado...

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