Los aliados de Milosevic de su Partido Socialista de Serbia (SPS) declararon este domingo que su líder se entregó 'para evitar un derramamiento de sangre'. No deja de ser una perversa ironía, porque se refieren al hombre que en la última década hizo correr ríos de sangre. Tal vez cuando vio que los suyos corrían peligro, su nieto de dos años incluido, Milosevic tuvo un momento de lucidez y optó por entregarse.
El Código Penal de Yugoslavia prevé para Milosevic una pena de entre 5 y 15 años de cárcel por delitos económicos y abuso de poder en el desempeño de su cargo. Milosevic se entregó en la madrugada de este domingo tras largas y tensas negociaciones. El presidente de Yugoslavia, Vojislav Kostunica, había dado la orden de llevar adelante la detención sin causar 'ni héroes ni mártires'.
La solemne declaración de Kostunica el sábado por la noche, cuando declaró que nadie podía situarse por encima de la ley e ignorar la convocatoria de un juez, aunque se llame Milosevic, dejó abiertas las puertas para una nueva intervención y detener al déspota encastillado en su búnker de Dedinje. No obstante, las instrucciones de Kostunica coincidían con la intención del Gobierno de Serbia: negociar la entrega para evitar un baño de sangre. Al final, a la hora de la verdad, Milosevic incumplió su amenaza de morir antes que ir a la cárcel y se entregó pacíficamente.
