LD (EFE)
En la entrevista, Zahir Shah recalca que el futuro del país "lo , decidirá el pueblo afgano a través de la elección de sus representantes en la Gran Asamblea (Loya Jirga). Esta asamblea elegirá un consejo permanente tradicional similar al que existía antes de la invasión soviética" de Afganistán en 1979.
Zaher Shah, que fue derrocado por su cuñado y primo en septiembre de 1973, llegó al aeropuerto de Kabul en un avión militar de transporte puesto a su disposición por Italia que también le brindó dos cazas militares de escolta. Las delegaciones de notables de varias provincias, los dirigentes nacionales y las guardias de honor, que llevaban ya más de tres horas en el recinto, tuvieron que esperar otros veinte minutos hasta que el antiguo rey bajara la escalerilla. Justo después de Zahir Shah bajó el presidente de la administración interina de Afganistán, Hamid Karzai, quien se había desplazado hasta Roma para acompañar al monarca en su histórico viaje de regreso.
Aunque la prensa fue mantenida a distancia por las numerosas fuerzas de seguridad, parecía que el rey, algo frágil a sus 87 años, tenía los ojos húmedos al pisar el suelo de su patria por primera vez en casi tres decenios. Un joven guardaespaldas del Ministerio de Defensa, Assad Ulá, de 22 años, comentó al ver al antiguo rey bajar del avión: "era necesario que viniera, hemos pasado 23 años de combates y necesitamos la paz, por tanto, todos queremos que esté aquí".
Desde el avión, frente al cual se había desplegado una alfombra roja, Zahir Shah, después de recibir los saludos de algunos notables y de unas niñas y tres mujeres en trajes típicos con un ramo de flores, fue llevado a un vehículo oficial. Sentado en el automóvil pasó revista a la guardia de honor y recibió los aplausos de un par de centenares de notables formados en fila cerca de la pista.
Después se dirigió en caravana hacia un barrio residencial de lujo en el centro de Kabul en el que hay muchas embajadas, donde le ha sido preparado un chalet como su nueva residencia, al lado de la del jefe de la Misión de la ONU de Asistencia a Afganistán (UNAMA), Lajdar Brahimi. Por ambos lados de la ruta entre el aeropuerto y la casa, filas de kabulíes saludaron el convoy a su paso, y recibieron el saludo incansable de Zahir Shah, que agitaba la mano derecha, dejando ver por debajo de la manga de su chaqueta una venda que llevaba en la muñeca. En la primera glorieta en el camino el rey pudo ver una gran bandera afgana y una pancarta en la que el "shura" (consejo) de la provincia de Paktia (en el este del país) daba "la bienvenida a su majestad el rey".
No se organizaron actos de celebración en la capital por el retorno del rey y, para la inmensa mayoría de los habitantes, pese a la satisfacción generalizada que ha producido el regreso de Zahir Shah, fue una jornada laborable normal.
Frente a la nueva residencia del rey una guardia formada por 40 hombres, que acaban de ser entrenados por los militares de la fuerza internacional de seguridad (ISAF), dotados con chalecos antibalas y los más modernos rifles automáticos italianos, hizo frente a la muchedumbre de personajes que intentaban entrar.
Zaher Shah, que fue derrocado por su cuñado y primo en septiembre de 1973, llegó al aeropuerto de Kabul en un avión militar de transporte puesto a su disposición por Italia que también le brindó dos cazas militares de escolta. Las delegaciones de notables de varias provincias, los dirigentes nacionales y las guardias de honor, que llevaban ya más de tres horas en el recinto, tuvieron que esperar otros veinte minutos hasta que el antiguo rey bajara la escalerilla. Justo después de Zahir Shah bajó el presidente de la administración interina de Afganistán, Hamid Karzai, quien se había desplazado hasta Roma para acompañar al monarca en su histórico viaje de regreso.
Aunque la prensa fue mantenida a distancia por las numerosas fuerzas de seguridad, parecía que el rey, algo frágil a sus 87 años, tenía los ojos húmedos al pisar el suelo de su patria por primera vez en casi tres decenios. Un joven guardaespaldas del Ministerio de Defensa, Assad Ulá, de 22 años, comentó al ver al antiguo rey bajar del avión: "era necesario que viniera, hemos pasado 23 años de combates y necesitamos la paz, por tanto, todos queremos que esté aquí".
Desde el avión, frente al cual se había desplegado una alfombra roja, Zahir Shah, después de recibir los saludos de algunos notables y de unas niñas y tres mujeres en trajes típicos con un ramo de flores, fue llevado a un vehículo oficial. Sentado en el automóvil pasó revista a la guardia de honor y recibió los aplausos de un par de centenares de notables formados en fila cerca de la pista.
Después se dirigió en caravana hacia un barrio residencial de lujo en el centro de Kabul en el que hay muchas embajadas, donde le ha sido preparado un chalet como su nueva residencia, al lado de la del jefe de la Misión de la ONU de Asistencia a Afganistán (UNAMA), Lajdar Brahimi. Por ambos lados de la ruta entre el aeropuerto y la casa, filas de kabulíes saludaron el convoy a su paso, y recibieron el saludo incansable de Zahir Shah, que agitaba la mano derecha, dejando ver por debajo de la manga de su chaqueta una venda que llevaba en la muñeca. En la primera glorieta en el camino el rey pudo ver una gran bandera afgana y una pancarta en la que el "shura" (consejo) de la provincia de Paktia (en el este del país) daba "la bienvenida a su majestad el rey".
No se organizaron actos de celebración en la capital por el retorno del rey y, para la inmensa mayoría de los habitantes, pese a la satisfacción generalizada que ha producido el regreso de Zahir Shah, fue una jornada laborable normal.
Frente a la nueva residencia del rey una guardia formada por 40 hombres, que acaban de ser entrenados por los militares de la fuerza internacional de seguridad (ISAF), dotados con chalecos antibalas y los más modernos rifles automáticos italianos, hizo frente a la muchedumbre de personajes que intentaban entrar.
