L D (EFE)
Los últimos sondeos publicados antes del asesinato del candidato de extrema derecha Pim Fortuyn, concedían una ajustada mayoría a los laboristas del Pvda que podían alcanzar unos 32 de los 150 escaños que tiene la Cámara Baja. Un porcentaje de votantes muy semejante daría 31 escaños al cristianodemócrata CDA, que recuperaría de esta manera los puestos que perdió en las elecciones de 1998. a las que acudió en plena crisis de liderazgo tras la partida del emblemático Ruud Lubbers.
El tercer lugar de la contienda estaría ocupado por el liberal VVD (25 escaños), seguido de cerca con 19 puestos (12,4% de los votos) por la Lista Pim Fortuyn (LPF), que lideraba el político asesinado. A falta de sondeos realizados tras el crimen, son muchos los analistas que auguran que las emociones de los últimos días y la indignación por un crimen sin precedentes en la historia moderna del país pueden concretarse en un aumento de los votos del LPF.
La lista de Fortuyn se nutría desde sus orígenes de los descontentos sociales que quieren dar un voto de castigo a los políticos tradicionales, de otros que no acudían normalmente a las urnas y de varios miles de indecisos que podrían ahora inclinarse masivamente por el partido del fallecido. Sin embargo, por grande que sea el ascenso que experimente el grupo, el gobierno holandés deberá estar conformado, como es habitual en los últimos años, por un gobierno de coalición de al menos tres partidos.
Los dos últimos gabinetes que ha liderado el laborista Wim Kok (1994-1998 y 1998-2002) estuvieron formados por el mayoritario Pvda, el VVD y el de centro izquierda D66. La "Coalición Púrpura" (llamada así por el color que resulta de superponer los de los tres partidos) no tiene muchas posibilidades de repetirse ya que las dificultades de entendimiento eran ya muchas. Además, el abrupto final de la dimisión del gobierno en pleno tras la presentación del informe que responsabilizaba a Holanda de la caída del enclave musulmán de Srebrenica dejó pocas posibilidades abiertas a una nueva cooperación futura.
Una de las coaliciones más barajadas es la de derechas (VVD, CDA y Lista Pim Fortuyn), que se está experimentado a nivel local en Rotterdam y que permitiría volver a los cristianodemócratas al gobierno, del que fueron apartado en 1994 por primera vez desde la II Guerra Mundial. Teniendo en cuenta las maniobras políticas que se hacen en Holanda no se puede descartar una coalición que incluyera a Los Verdes con alguna otra de las grandes fuerzas políticas dejando fuera al partido de Fortuyn.
Esta idea está dominando en los últimos días ante la carencia de liderazgo del partido y la falta de ideas y políticos expertos que permiten augurar discusiones internas en poco tiempo y crearían grandes problemas en un coalición gubernamental. A pesar de que podría suponer una mezcla en el gobierno de dispares tendencias políticas, la combinación no sería tan rara en un país acostumbrado a hacer muchas concesiones y a buscar posiciones políticas consensuadas. El cristianodemócrata Ruud Lubbers, por ejemplo, gobernó su última legislatura en coalición con los laboristas del Pvda a los que concedió importantes carteras ministeriales.
Aunque algunos gobiernos desde la II Guerra Mundial han dimitido antes del fin de la legislatura por diferencias graves entre los socios gubernamentales, la mayoría de las coaliciones llegan a buen término. La explicación a un fenómeno que sería impensable en otros países, incluido España, hay que buscarla en el tradicional consenso que hunde sus raíces en la historia de Holanda. Como explica el historiador Han va der Horst, Holanda "ha sido siempre un país de minorías que a sabiendas de que no podían imponer sus decisiones se han acostumbrado a discutir y a respetar las decisiones de los otros".
En cualquier caso las conversaciones para conformar el gobierno se auguran más largas que en la última cita electoral que se prolongaron más de seis semanas.
El tercer lugar de la contienda estaría ocupado por el liberal VVD (25 escaños), seguido de cerca con 19 puestos (12,4% de los votos) por la Lista Pim Fortuyn (LPF), que lideraba el político asesinado. A falta de sondeos realizados tras el crimen, son muchos los analistas que auguran que las emociones de los últimos días y la indignación por un crimen sin precedentes en la historia moderna del país pueden concretarse en un aumento de los votos del LPF.
La lista de Fortuyn se nutría desde sus orígenes de los descontentos sociales que quieren dar un voto de castigo a los políticos tradicionales, de otros que no acudían normalmente a las urnas y de varios miles de indecisos que podrían ahora inclinarse masivamente por el partido del fallecido. Sin embargo, por grande que sea el ascenso que experimente el grupo, el gobierno holandés deberá estar conformado, como es habitual en los últimos años, por un gobierno de coalición de al menos tres partidos.
Los dos últimos gabinetes que ha liderado el laborista Wim Kok (1994-1998 y 1998-2002) estuvieron formados por el mayoritario Pvda, el VVD y el de centro izquierda D66. La "Coalición Púrpura" (llamada así por el color que resulta de superponer los de los tres partidos) no tiene muchas posibilidades de repetirse ya que las dificultades de entendimiento eran ya muchas. Además, el abrupto final de la dimisión del gobierno en pleno tras la presentación del informe que responsabilizaba a Holanda de la caída del enclave musulmán de Srebrenica dejó pocas posibilidades abiertas a una nueva cooperación futura.
Una de las coaliciones más barajadas es la de derechas (VVD, CDA y Lista Pim Fortuyn), que se está experimentado a nivel local en Rotterdam y que permitiría volver a los cristianodemócratas al gobierno, del que fueron apartado en 1994 por primera vez desde la II Guerra Mundial. Teniendo en cuenta las maniobras políticas que se hacen en Holanda no se puede descartar una coalición que incluyera a Los Verdes con alguna otra de las grandes fuerzas políticas dejando fuera al partido de Fortuyn.
Esta idea está dominando en los últimos días ante la carencia de liderazgo del partido y la falta de ideas y políticos expertos que permiten augurar discusiones internas en poco tiempo y crearían grandes problemas en un coalición gubernamental. A pesar de que podría suponer una mezcla en el gobierno de dispares tendencias políticas, la combinación no sería tan rara en un país acostumbrado a hacer muchas concesiones y a buscar posiciones políticas consensuadas. El cristianodemócrata Ruud Lubbers, por ejemplo, gobernó su última legislatura en coalición con los laboristas del Pvda a los que concedió importantes carteras ministeriales.
Aunque algunos gobiernos desde la II Guerra Mundial han dimitido antes del fin de la legislatura por diferencias graves entre los socios gubernamentales, la mayoría de las coaliciones llegan a buen término. La explicación a un fenómeno que sería impensable en otros países, incluido España, hay que buscarla en el tradicional consenso que hunde sus raíces en la historia de Holanda. Como explica el historiador Han va der Horst, Holanda "ha sido siempre un país de minorías que a sabiendas de que no podían imponer sus decisiones se han acostumbrado a discutir y a respetar las decisiones de los otros".
En cualquier caso las conversaciones para conformar el gobierno se auguran más largas que en la última cita electoral que se prolongaron más de seis semanas.
