
Quedan pocas horas para que el oxígeno se acabe en el interior del minisubmarino Titan, de la empresa OceanGate, contando con el margen superior estimado, entre 70 y 96 horas. Si se acaba el oxígeno, y no los han encontrado, da igual que hayan salido a la superficie porque esta especie de cápsula no tiene escotilla, sólo puede abrirse desde fuera. A esto se suma la falta de comida y agua.
Las otras teorías que se barajan, que se hubieran quedado atrapados por una red o entre los restos del Titanic, tampoco se han podido confirmar.
Ayer, a última hora de la noche hora española, la guardia costera estadounidense comunicaba que los sonidos que habían detectado en la zona de búsqueda con el sónar de un avión canadiense no provenían del Titan. Eran golpes intermitentes producidos cada 30 minutos, que cesaron y se repitieron a las cuatro horas.
El dispositivo de búsqueda es enorme, aviones, barcos y submarinos de distintas nacionalidades. Nadie ha contado a quién pasarán la factura de este tremendo despliegue. El rastreo se ha ampliado a más de 26.000 km2, "dos veces Connecticut", han informado, pero todos los expertos coinciden que es como "buscar una aguja en un pajar".
Ésta era la segunda expedición a las ruinas del Titanic de esta empresa, la primera el año pasado, en 2021 el intento se frustró por un fallo técnico, cuyo CEO también se encuentra entre los cinco viajeros perdidos.
"En las primera página del contrato se menciona la palabra muerte tres veces"
La TITANIC EXPEDITION cuesta unos 230.000 euros por persona. La ruta son ocho horas: dos de descenso, dos de subida y cuatro para explorar y encontrar los restos del 'Titanic'.
El batiscafo, del tamaño de un camión pequeño (6,7 metros de largo, 2,5 de alto y 2,8 de ancho), es monitorizado por un buque nodriza. Emite un mensaje cada 15 minutos para indicar a los que están en tierra que se encuentra a salvo. En este caso el contacto se perdió el mismo domingo durante el descenso, a la hora y tres cuartos. No llevan ni señal GPS ni de radio. Tampoco un robot submarino que puedan lanzar al agua. La ley no obliga a ello a las embarcaciones privadas.
Alan Estrada un Youtuber y actor mejicano que bajó en 2022 ha contado que "todas las personas" que fueron en aquella expedición eran "plenamente conscientes de los riesgos". El mayor, "que se puede atorar con un hierro, con una red de pescar... te pasa eso y despídete, no hay forma de que alguien baje a rescatarte, son tres mil ochocientos metros, no hay otro sumergible en el mundo que pueda bajar a rescatarte, y si lo hay está lo suficientemente lejos como para que tú te mueras antes. Te tendrías que quedar ahí a esperar la muerte por asfixia".
Sobre el contrato con la empresa cuenta que tuvo que firmar muchísimos documentos, "era una biblia" lo que le asustó, porque "básicamente decía que si te mueres es tu problema".
Estrada cuenta como él pudo manejar el mando de la PlayStation desde el que se conduce el submarino: "Solo hay para atrás, para adelante, para arriba y para abajo, y se puede girar. Es muy sencillo de manejar". Poco margen deja un mando de la Play de maniobra si se mete en dificultades.
Otro de los pasajeros de hace un año, el guionista Mike Reiss ha contado que en la primera página del contrato ya se menciona la palabra muerte hasta tres veces, así que nunca te lo quitas de la cabeza". Por tanto "nadie que esté en esta situación ha llegado desprevenido. Todos saben en lo que se meten".
Otro es el periodista David Pogue, que confirmaba algo que tampoco oculta la empresa, que "la nave no ha sido aprobada ni certificada por ningún organismo regulador". En el contrato se dice que el viaje "puede causar lesiones físicas, traumas emocionales o la muerte".
En su web OceanGate lleva a gala que se trate de un prototipo, un vehículo experimental porque las regulaciones tardan mucho y "restringen la innovación". Viene a decir.
En este sentido en 2018 un ex-empleado, el director de operaciones marítimas, llevó a juicio a OceanGate por sus escasas normas de seguridad y porque la ventanilla para ver el exterior "solo estaba certificada para trabajar en profundidades de hasta 1.300 metros".
El director de Titanic ha bajado 33 veces
Los restos del pecio más cinematográfico de la historia ha sido visitado hasta hoy por unas doscientas personas. El director de Titánic, James Cameron, ha bajado 33 veces. En una ocasión estuvo perdido 19 horas en las profundidades. Superó este reto cuando descendió a casi el triple de profundidad, él solo y en una nave diseñada por él, la Deepsea Challenger, a la Fosa de las Marianas (a 11.000 metros).
En su momento comparó descender hasta el Titanic como "una aventura tan asombrosa como viajar a la Luna".
Quién va en el Titan
Uno es el multimillonario británico Hamish Harding, piloto de avión de 58 años. En su cuenta de Facebook mostraba su emoción por la aventura: "Estoy orgulloso de anunciar finalmente que me uní a Oceangate Expeditions para su misión RMS Titanic. Debido al peor invierno en Terranova en 40 años, esta misión probablemente sea la primera y única misión tripulada al Titanic en 2023. Se acaba de abrir una ventana meteorológica y vamos a intentar bucear mañana".
Harding tiene tres récord Guinness, uno el de la circunnavegación más rápida de la Tierra en un jet privado. Viajó el año pasado al espacio a bordo del cohete New Shepard de Jeff Bezos.
Un padre y un hijo. Shahzada Dawood, de 48 años y Sulaiman, de 19 años. Dawood es uno de los hombres más ricos de Pakistán. Reside en Reino Unido y tiene una empresa especializada en productos químicos.
El cuarto tripulante es el explorador francés, ex oficial de la marina francesa y actual director del programa de investigación submarina sobre los restos del Titanic Paul-Henri Nargeolet, de 73 años. En una entrevista en 2019 advertía: "Cuando estás en aguas muy profundas, estás muerto antes de darte cuenta de que algo anda mal, así que simplemente no es un problema".
El último pasajero es Stockton Rush, el CEO de la empresa dueña del batiscafo. Reconocía que "si el Titán desciende al lecho marino y no puede volver a subir por sus propios medios, las opciones son muy limitadas". Como anécdota su mujer, Wendy Rush, es tataranieta de una pareja de magnates Isidor Straus y su esposa, Ida, que fallecieron cuando se hundió el Titanic.
Las limitaciones de un rescate milagroso
El rescate a esas profundidades no se contempla con el descenso de personal. Existen varios métodos para reflotarlo, entre ellos, engancharlo a un cable desde un barco o con ayuda de globos para levantarlo. Pero, al parecer, los vehículos sin tripulación pueden arrastrar hasta 2.000 kilos de peso y el Titán pesa más de 10.000 kilos. Está fabricado con fibra de carbono y titanio.
La Marina de EEUU tiene un submarino que puede rescatar a otro submarino, pero solo llega a 600 metros de profundidad.
Un buque francés tiene un robot submarino capaz de descender hasta 3.000 metros. Ya está en la zona.
Desde su naufragio en 1912, el Titanic descansa a unos 4.000 metros de profundidad, a unos 700 kilómetros de Terranova. La presión es de 400 atmósferas (400 veces superior a la de la superficie terrestre). Se trata de una zona de condiciones meteorológicas muy complicadas y fuertes corrientes. Los miembros de la expedición viajan en un buque rompehielos.
La expectación mundial es máxima. Una contrarreloj de vida o muerte. Esta noche el Canal 5 del Reino Unido ya emite el primer documental de los hechos, 'Titanic Sub: Lost at Sea'.
