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Kamala Harris, presionada por motivos electorales, se ha expuesto a los medios, revelando su excesiva vinculación al impopular mandato de Biden.

Harris mete la pata en su tour por los medios

Kamala Harris, presionada por motivos electorales, se ha expuesto a los medios, revelando su excesiva vinculación al impopular mandato de Biden.

La campaña de Kamala Harris ha decidido prodigarse más en los medios, algo que llevaba evitando desde que fue investida por las élites del partido para sustituir al senil Biden, y ha demostrado por qué hasta ahora no lo había hecho. Pese a disfrutar de entrevistadores que son esencialmente de su bando y que no hicieron mucho para ponerla en dificultades, Harris logró aún así perjudicarse a sí misma. No sólo por la vía habitual de ofrecer un galimatías a modo de respuesta cuando no tenía en la cabeza el guión correcto para la pregunta que le formulaban, como sucedió en el programa 60 minutos de la CBS, especialmente cuando le preguntaron por Israel, sino por pegarse un tiro en el pie arruinando uno de los mensajes clave de su campaña.

Me explico: Harris tiene ante sí la difícil tarea de combinar dos ideas incompatibles entre sí: que sus cuatro años en la vicepresidencia le dan la experiencia y el saber hacer necesario para asumir con éxito el cargo de presidente y que al mismo tiempo no tiene absolutamente nada que ver con el muy impopular mandato de Biden. Por eso desde inicios de campaña ha deslizado la idea de que estuvo ahí en las decisiones más importantes, pero sin indicar que fuese ella quien las tomara, al mismo tiempo que se publicitaba su candidatura bajo el lema "Alegría" intentando repetir la jugada de Obama y la "Esperanza" para vaciar de contenido su candidatura e intentando convertir estas elecciones en unas que se decidieran no tanto por análisis como por sensaciones.

Pues bien, hace unas semanas Joe Biden le echó una mano al cuello en el programa The View asegurando que delegó en Kamala en numerosas ocasiones y que no había nada que él pudiera hacer que no pudiera hacer ella, un halago envenenado porque ataba a Harris a su presidencia. Y la semana pasada, en ese mismo programa preguntaron a la vicepresidente si había alguna política de su predecesor que hubiera hecho de forma distinta y contestó que no se le ocurría nada. Naturalmente, es lo mismo que decir que como representante del cambio mejor que voten a su rival.

Pero ¿por qué está Kamala Harris paseándose por los medios cuando durante toda la campaña ha procurado evitarlo por los riesgos que suponía exponerla al escrutinio de los votantes? El periodista Mark Halperin, que fue quien dio la exclusiva en X de que Biden iba a renunciar cuando lo hizo, asegura que la razón está en las encuestas internas de ambos partidos. Mientras que las encuestas públicas muestran cierta erosión en Harris pero le siguen dando ventaja, al parecer las internas, tradicionalmente más precisas, indicarían que Trump tiene ventaja en seis de los siete estados bisagra, todos salvo Nevada.

Esta situación habría llevado al nerviosismo a la campaña de Harris, lo que explicaría su inesperado paseo por los medios, y a una enorme confianza en la de Trump, lo que explicaría por qué el expresidente ha dado un mitin en California, donde obviamente va a perder y donde la policía interceptó a un tercer aspirante a magnicida. Estaría quizá cayendo en la trampa por la que se precipitó Clinton en 2016: dar por segura la victoria e ir a por el voto popular para asegurarse de que nadie discute su legitimidad. Pero lo cierto es que incluso en las encuestas publicadas, Trump está en estas elecciones mucho mejor situado que en 2016 y 2020. La mala noticia: que estas encuestas tienen mucha cocina y la cocina ha cambiado mucho estos años, por lo que es imposible saber hasta qué punto son comparables. En noviembre lo sabremos.

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