Mientras estrechaba la mano de Trump, Biden le aseguró que habrá un traspaso de poderes tranquilo entre ambas administraciones, un mensaje que contrastó con la tensa atmósfera que caracterizó su última transición en 2020.
En una escena que sorprendió a muchos, los dos líderes, que durante años se han enfrentado en un crudo choque político, exhibieron una cierta complicidad frente a las cámaras, sonriéndose ante el tumulto de periodistas que capturaban el momento. Este gesto, especialmente significativo, se interpretó como una muestra de la estabilidad institucional que, pese a la rivalidad, continúa prevaleciendo en la política estadounidense.
El acto de bienvenida, que rememora la tradición institucional de la entrega pacífica del poder, tuvo lugar ocho años después de la histórica visita del entonces presidente Barack Obama a la Casa Blanca para recibir a Biden, quien en ese momento asumió la vicepresidencia. Sin embargo, lo que hizo que esta ocasión fuera especialmente relevante es que, cuatro años atrás, Trump rompió con esta tradición al negarse a reconocer su derrota en las elecciones presidenciales de 2020, lo que generó una crisis institucional sin precedentes en la nación.